¡Prohibidos los matrimonios y los entierros! Esta frase parece sacada de una terrorífica novela de ficción, pero no es así. Se trata de solo una de las tantas medidas tomadas por el Gobierno de Italia para contener el contagio del coronavirus en el país.
Hoy, en la bella Italia, están prohibidas absolutamente todas las reuniones de cualquier clase: sociales, políticas o religiosas. También está prohibido salir de la casa a menos de que se tenga un permiso escrito por la policía, so pena de ser condenado a tres meses de cárcel, si se desobedece esta orden. Los estudiantes de todos los niveles están recibiendo clases virtuales en sus hogares y los trabajadores están desarrollando sus oficios, en lo posible, también desde sus viviendas. Viajes internacionales, inclusive los viajes entre algunas provincias han sido prohibidos. La lista de reglamentaciones y prohibiciones tomadas por el Gobierno es interminable y muy seria. Italia está actuando con gran responsabilidad, como debe ser.
Igual está ocurriendo en un número cada vez mayor de naciones. La prevención parece ser la mejor y, quizá, única manera de contener el peligroso virus.
Sin embargo, esa misma paralización de países enteros ha sido una de las causas del pánico económico existente. Hoy, parece indetenible una recesión económica mundial. Preparémonos, pues, naturalmente, esta golpeará con mayor fuerza a los llamados países en vía de desarrollo, como son todos los latinoamericanos, entre ellos Colombia.
Este coronavirus, que apareció en la ciudad china de Wuhan en los últimos días del 2019, se ha propagado por el mundo a tal velocidad que el pasado 10 de marzo fue declarado por la Organización Mundial de la Salud, como una pandemia.
Ese mismo día, los mercados bursátiles mundiales cayeron estrepitosamente, empujados, no solo por la declaración de pandemia, sino también por la caída del valor del petróleo. Dicha caída fue causada por la baja demanda del combustible en los países más afectados, especialmente China, y por la negación de Rusia y Arabia Saudita a llegar a un acuerdo sobre cómo manejar sus reservas petroleras.
Realmente, este no es el momento para este tipo de peleas entre los líderes globales. Este debe ser un momento de unidad. El mundo se está jugando la salud de su población y su estabilidad económica a una escala que no vista desde la crisis de finales de la segunda década del siglo XX.
En Estados Unidos es especialmente fastidioso ver con cuánta inquina los periodistas enemigos de Donald Trump tratan de ponerle zancadillas a todo lo que dice y hace referente a esta crisis. Inclusive, han criticado sus esfuerzos para tranquilizar a la gente. ¿Por qué no dice o hace esto o aquello? Es todo lo que se les oye afirmar. Inclusive en CNN, Anderson Cooper, absurdamente, criticó reciente discurso de Trump antes de que lo pronunciara. No soy “trumpista”, pero estos periodistas son como buitres hambrientos de sangre.
Lo mismo se puede decir de todos los que pretenden sacar ganancia política de esta pandemia, inclusive en Colombia. Es asqueroso ver a tantos echarle leña al fuego de un “pánico” como el que vivimos. Hoy ante todo es tiempo de unidad y hermandad. Hoy debemos actuar como seres humanos civilizados, no como buitres políticos. Dejemos las rencillas políticas para otro tiempo menos dramático.