Pasada la Semana Santa, todos volvemos a nuestras andanzas. Nadie piensa en la situación que atravesamos, ni los riesgos que se nos vienen.
Los más beneficiados lograron regresar tras penosas horas de carretera. En las 19 autopistas que anuncia el gobierno haber construido, solo medio operaron los gravosos y abusivos peajes.
A partir del lunes de gloria volvió la nación con la ya acostumbrada violencia por todos sus puntos cardinales, los desplazamientos, la falta de atención a los asesinatos de líderes y la violación de los Derechos Humanos, pese a las reclamaciones de la ONU.
La esperada paz estable y duradera, no aparece porque soporta el alias de “legalidad” que no es reconocido por Naciones Unidas, países y entidades internacionales. Nuestra economía sigue tambaleante, empujada por la inflación creciente que se multiplicará en los meses siguientes como lo estima el FMI. La miseria y la pobreza extrema siguen en crecimiento, con un desempleo incontrolable. Ni hablar del narcotráfico, que solo sirve para que los gobiernos escurran el bulto y se acusen unos a otros, para quedar bien con los del Norte.
A todo esto, hay que agregar una campaña electoral tan enredada, que no da el menor aliento a los 50 millones de colombianos que esperan un líder que los libere de semejante berenjenal.
Los candidatos están “como perros y gatos”, acusarse de yerros existentes y ficticios, olvidando lo que necesita este pueblo sufrido.
Con autoelogios opacan, atropellan y descalifican a sus adversarios. Infatuados y engreídos, ventilan sus pocas propuestas como únicas soluciones para salvar la Patria.
Petro fue crucificado y le colgaron el “inri” de haber propuesto liberar y perdón para los corruptos, idea que planteó y defendió, hace algún tiempo el expresidente Álvaro Uribe. Pero nadie tocó sanciones para los compradores de votos, los “hombres de negro” en el Putumayo y el chocorazo que puede empañar las elecciones con una dudosa Registraduría.
El odio que cubre a Colombia -creciente durante los últimos 20 años- ha permitido a las redes, bodegas y medios expertos en fake news, hacer su agosto. Ninguna versión coincide con otra, pero mina la credibilidad, prestigio y cauda de los candidatos. Las inciertas encuestas, ya tienen ganadores sentados en el solio de Bolívar y tomando el helicóptero presidencial para llevar su prole a los colegios del norte de Bogotá.
Esta guerra continuará durante 37 días más, para dispersar entrampamientos, versiones y especies que eleven o entierren candidatos.
Lo único seguro, es que el nuevo presidente está entre “el que dijo Uribe”, Petro y Fajardo. El lunes, mientras Federico y Petro deshilachaban sus ropas con injurias, Fajardo exponía con seriedad tesis y programas ante los industriales del país.
Puede suceder que, mientras llueven insultos, calumnias, acusaciones, descalificaciones, trampas y emboscadas ¡Colombia piense en el mejor hombre para regir su destino!
BLANCO: La hazaña de Julito W, que permitió a un niño genio tener acceso a la universidad.
NEGRO: Bogotá le quedó grande a Claudia, hasta para cobrar el predial.