No sería atrevido pensar tras la aprobación en el sexto de ocho debates, de la reforma constitucional a las transferencias de la Nación a las regiones, distritos y municipios, que por cuenta de esta iniciativa parlamentaria al gobierno se le apareció la Virgen y encontró en el Congreso el asunto perfecto para el acuerdo nacional, ese que no había logrado por cuenta propia. No obstante, este asunto, de tamaña envergadura, se ve como una aplanadora ante la divergencia profunda frente a defensores de la prudencia fiscal.
Así, el gobierno se encontró con la gran oportunidad de dar su aval y respaldo al proyecto de Acto Legislativo y prácticamente semejaba ser este de su autoría. No obstante, el ministro de Hacienda no pareciera estar tan convencido en los detalles de su contenido. Podría decirse que, en esta ocasión, no se da la armonía esperada: política y economía. No hay entonces la convergencia óptima de actores que se busca en toda elaboración de una política pública o para un acuerdo nacional.
El objetivo del proyecto, como es el de impulsar la autonomía y la descentralización de los entes territoriales es en principio loable para todos. La divergencia está en el cómo. Por supuesto, casi ningún congresista sería capaz de negarse a la transferencia de mayores recursos a sus regiones aun cuando las reflexiones desde el punto de vista fiscal sean de peso.
En materia, la reforma constitucional plantea un porcentaje mínimo superior (umbral en términos del ministro), o sea una asignación mayor de las transferencias del gobierno central a las entidades territoriales, de manera que gradualmente, a partir del año 2027, la participación del Sistema General de Participaciones (SGP) en los ingresos corrientes de la Nación pase del 20% en el 2023 al 39,5% en el año 2038.
El punto de divergencia está en pensar en cómo distribuir la misma torta. Se plantea una mayor tajada para los entes territoriales pero los ingresos corrientes son los mismos, a no ser que la economía tenga un gran dinamismo. Ese es el punto. Cómo se va a garantizar que no se va a necesitar más harina para el pastel, es decir que no se va a aumentar el gasto público y por ende la deuda. Recordemos que hace poco el ministro de hacienda se atrevió a decir que el nivel de endeudamiento de la Nación era insostenible.
Quedan dos debates. Como acto legislativo, la Corte Constitucional se limitará a verificar si hay vicios de procedimiento en su formación, o a realizar un juicio donde se observara sustitución de la esencia de la Carta Política. En realidad, el 46.5% asignado en el comienzo del debate al Sistema General de Participaciones era el porcentaje original de la Constitución del 91, modificado por otros actos legislativos. En una buena medida el último debate en el Senado de la República, al menos se acercó a moderar en el tiempo y en el umbral la primera propuesta.
Es de esperar que la Cámara de Representantes en el debate final sea capaz de dar la vuelta al desacuerdo nacional. Uno, no debería concentrarse en un tire y afloje en la asignación porcentual si no en solicitar una medida exacta conveniente, atendiendo los indicadores del Comité Autónomo de la Regla Fiscal, la Misión de Descentralización, centros de pensamiento, Ministerio de Hacienda y Crédito Público y exministros de Hacienda. No es posible que no haya métrica al respecto, simulaciones y sentido de viabilidad. Solo esto puede dar seguridad a las calificadoras de riesgo país.
Dos, sugerir y plantear desde ya cuáles serían las entidades del orden nacional que dejarían de existir y la reducción de funciones y gastos de funcionamiento respectivas y ponerlo en conocimiento público. Debe comenzar la discusión y darse garantías de cómo se pretenderá reducir el gasto a cargo de la Nación. La duda es muy alta ante la incapacidad de los gobiernos para la austeridad y reducción de burocracia. Igualmente habría que comenzar mesas de trabajo sobre cuáles competencias se trasladarían y su control. Por destino sectorial, los congresistas incluyeron muchas proposiciones y algunas muy abiertas y generalizadas. Eso es lo delicado.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI