Y no precisamente el voto, porque vótese como se vote, los acuerdos son un hecho previamente amarrado a la jurisdicción internacional, mediante la figura del "acuerdo especial". Pero, como se busca que Colombia siga pareciendo una democracia, necesitan apaciguar los ánimos y tener "bajo control" las multitudes recientemente despertadas a la movilización masiva y dispuesta a defender sus convicciones religiosas, más allá de las posiciones oficiales de la iglesia colombiana.
Pero entre la preocupación oficial y el intento por comprender quién puede mover esas multitudes, se cometieron muchos errores. Se enviaron mensajes y aclaraciones contradictorias. Y en el centro de esta tensión queda la figura del Papa Francisco, cuyo liderazgo, espontaneidad y paternal acogida a las minorías lleva a que su nombre e influencia sean usados, sin recato, por los estrategas no creyentes, no sólo para atacar y debilitar a los católicos, sino para intentar demoler las estructuras institucionales instrumentalizando su imagen. Basta repasar las decenas de artículos y editoriales que se publican en nuestro país, para ver su nombre usado para justificar las más descabelladas teorías. Hasta tuvieron la audacia de usarlo para tranquilizar los ánimos en torno a la conformación de la Jurisdicción Especial para la Paz y lo lograron. El tema casi no se volvió a mencionar, salió de los reflectores mediáticos mientras se firma y se vota. El comunicado de la Santa Sede sobre la no aceptación del Papa tuvo una discreta divulgación, gracias a que la mayoría de los medios pasaron a ser estrategas auxiliares de la propaganda por el Sí.
Se trata de mantener neutralizadas y tranquilas a esas multitudes, mientras se firma. Eso explica los esfuerzos por incluir a la jerarquía católica en "la imagen" que recorrerá el mundo, a pesar de la insistencia gubernamental en apartar el catolicismo de nuestros cimientos institucionales. Después de la firma, cuando algún prelado tenga la osadía de preguntar por qué se está implementando la ideología de género desconociendo nuestras raíces católicas, le responderán: Lo sentimos, estamos obligados por la jurisdicción internacional y por nuestra Constitución, a cumplir los acuerdos.
Lo evidente es que ese despertar nació como reacción espontánea para evitar las imposiciones educativas de la ideología de género, pero se mantiene latente ante la inminencia de un desarraigo total de nuestros valores. El concienzudo estudio que hizo la Procuradora delegada de Familia, Ilva Myriam Hoyos, sobre la ideología de género como eje transversal de los acuerdos de La Habana, merece ser estudiado con atención por los más cercanos asesores del Papa Francisco.
Es esta época para valientes, para decidir, frente a uno mismo, "en conciencia". ¡Época para confiar en Dios! y a punto de concluir el año jubilar de la Misericordia. Confiar en que pose su mirada sobre este adolorido país. Época para preguntarle a Él, si este es su camino. Época para la interpelación profunda en oración. Época para pedir atención personalizada del Espíritu Santo.
"Nosotros no tenemos armas” -dijo el Papa Francisco en Asís citando a San Juan Pablo II- pero sí creemos en la fuerza humilde y mansa de la oración…. La paz que desde Asís invocamos no es una simple protesta contra la guerra, ni siquiera “es el resultado de negociaciones, de compromisos políticos o de regateos económicos. Es más bien el resultado de la oración”