Que angustia nos acompaña al tener que referirnos de nuevo en estas columnas a la muerte de servidores públicos pertenecientes a la Policía de los colombianos, quienes fueron sacrificados miserablemente en el cumplimiento de su deber, a manos de criminales declarados abiertamente enemigos del país, el gobierno y la sociedad que pregona a los cuatro vientos querer acogerlos en su núcleo ciudadano.
Es desconsolador que no pase una semana sin que se presenten bajo el cielo patrio estos actos de barbarie ejecutados contra la vida de hombres probos, honrados y virtuosos, que luchan incansablemente por la paz, seguridad, vida y honra de los residentes en nuestra dolida patria. Y no es solo la muerte de estos hombres lo que más nos duele, es la forma aleve, ventajosa y artera como actúan estos homicidas, que no hacen frente a sus víctimas dándoles oportunidad de defensa, sino que operan con premeditación y ventaja, poniendo por delante y a buen recaudo su seguridad e integridad personal -falso valor y cobardía manifiesta-.
Pero no podemos ocultar nuestro dolor por estos actos de salvajismo desbordado, que se vienen convirtiendo en información y noticia de un día, es decir en hechos pasajeros, sin consecuencias sociales ni políticas, mucho menos penales, pues con el correr del tiempo vendrán las negociaciones y acuerdos con estos criminales, pactos que sepultarán el recuerdo y dolor de estas pérdidas.
Solo las familias y esta institución, tan cara a nuestros sentimientos, mantendrán en la galería de héroes, viva y presente su evocación.
En otras calendas, que bien recuerdo, un acto de estas proporciones, como el acaecido en la vía que conduce a Puerto Lleras, departamento del Meta, donde un grupo de armados ilegales atacaron con explosivos una patrulla que se desplazaba en un vehículo de la institución, causando por ello la muerte del intendente Edwin Alfonso Rodríguez y el patrullero Edisson Harvey Velásquez, no podía pasar desapercibido y las manifestaciones de rechazo a este tipo de conductas no se hacían esperar, pues tanto el alto gobierno como los gremios, sindicatos, medios de comunicación y ciudadanía en general, se pronunciaban en todas las formas posibles, pidiendo justicia al recriminar este tipo de acciones vandálicas y fratricidas que no buscan cosa distinta que presentar, en caso de acercamientos y mesas de diálogo, una capacidad de confrontación que no tienen.
Los hombres y mujeres que nos cupo el honor de vestir la verde oliva, por el que todavía palpitan nuestros corazones, seguimos esperando los pronunciamientos que muestren, por lo menos ante la institución, el reconocimiento frente el sacrificio, seguido del rechazo unánime, frente este baño de sangre que soportan nuestros compañeros en actividad.
Sentido saludo a los familiares del intendente Rodríguez y el patrullero Velásquez, como al mando policial.