A pesar de haber sido una elección sobre la que se ceñían toda clase de predicciones apocalípticas, hechas por aquellos especializados en crear confusión y meter miedo, hoy, a una semana del día final de la votación podemos decir que la democracia triunfó: Estados Unidos tiene un nuevo presidente, el demócrata Joe Biden y Kamala Harris, la primera mujer electa como vicepresidente, un importante hito para la historia.
Fue una elección muy reñida, los márgenes que le dieron el triunfo a Biden, en varios Estados, son mínimos. En aquellos lugares donde son menores al 1 o 1. 5 por ciento, el presidente derrotado Donald Trump, demandará para lograr un recuento de los votos, como la ley se lo permite.
Las reglas para que esto suceda varían de un Estado a otro. Los recuentos solo se pueden iniciar en circunstancias explícitas y rara vez cambian los resultados ya obtenidos. Según un informe de FairVote, luego de examinar 5.778 casos desde el año 2000, solo tres de ellos fueron reversados.
Sin embargo, en estas elecciones, donde debido a la pandemia la mayoría de los ciudadanos votaron por correo o en persona, semanas antes del 3 de noviembre día de elecciones, seguramente habrá algunos ajustes. Sucede que algunos votos enviados por correo en los últimos días, especialmente los que vienen del extranjero, se demoraron en llegar. No obstante es poco probable que los reconteos cambien sustancialmente el conteo de votos obtenidos por Biden en el Colegio Electoral.
Esta ha sido quizá una de las elecciones más reñida vivida en este país. Afortunadamente las predicciones de revueltas, incendios y saqueos que se esperaban, por las cuales ciudades como Nueva York, Washington, Chicago y Filadelfia optaron por entablerar sus oficinas y comercios para protegerlos, no llegaron a sucederse.
Mayormente, los estadounidenses, así su candidato haya sido derrotado, han aceptado en paz al triunfador en las urnas, como lo han hecho por más de 250 años[MCO1] , aunque la diferencia entre el ganador y el perdedor sea mínima, como es el caso.
Las encuestas que pronosticaban un amplio triunfo de Biden se equivocaron. Los demócratas no cautivaron a las grandes mayorías a pesar de tener todas las de ganar, como tener una prensa mayormente arbitraria y sesgada a su favor, el voto afroamericano cautivo, una izquierda empoderada, y un oponente como Trump, agresivo y patán, creando muchas ampollas y enemigos.
Biden tendrá que demostrar su capacidad de tranquilizar políticamente el país, contener el izquierdismo extremo de un sector de su partido y comenzar a gobernar en medio de un furioso recrudecimiento del Covid-19.
Los republicanos también deberán reconstruir su partido. Cambios profundos son necesarios para volver a cautivar los territorios perdidos. El Estados Unidos de la era cibernética evoluciona con una rapidez asombrosa. Este caldero, donde se han mezclado razas, religiones y tradiciones desde un principio, hoy hierve con nuevas tendencias. Es una era de inclusión y aceptación, valiosos e importantes conceptos. La modernización del partido es indispensable para regresar a la Presidencia en el 2024.
En las democracias el resultado final se respeta y el triunfo se reconoce con gallardía. Ojalá, Trump actúe con sensatez, por el bien del país. Logró mucho en muchos aspectos; la historia lo reconocerá, pero su desagradable carácter causó su derrota.