Al momento de rememorar los 75 años del fin de la pesadilla de Auschwitz, en Polonia, me parece interesante, seria, quizás justa, la propuesta de Donald Trump por buscar el acercamiento entre palestinos e Israelíes, dentro del marco de su Paz para la Prosperidad. Y es realista, pues parte de lo que actualmente existe, pero se mejora ostensiblemente la situación palestina, porque de entrada se aceptará la existencia de su Estado, que duplicaría su actual territorio, similar al de la Margen Occidental y Gaza antes de 1967, con aproximadamente el 70% del territorio de Cisjordania, más una pequeña parte de las dunas de Halutza en el Negev occidental, que recibirá como compensación por la zona que se anexa a Israel, todo en el entendido de que éste ya se ha retirado de por lo menos el 88% del territorio que ocupó ese año.
El plan proyecta para el potencial Estado un amplio apoyo financiero, con un aporte inicial de US$50.000 millones para construir la nueva entidad y prevé un sistema de puentes, carreteras y túneles para conectarlo y con la posibilidad de acceso a plataformas en los puertos de Haifa y Ashdod, hasta que tengan uno propio; se respetará la condición de los refugiados de ambas partes, su libre movilidad; pero al nuevo ente se le exigirá paz, democracia, 0 tolerancia con el terrorismo, recuperación para la Autoridad Nacional Palestina del territorio de Gaza, regalo que les diera Ariel Sharon en el 2005, hoy en poder de Hamas, “Hamastán”.
Pero la propuesta es, por otro lado, ingenua porque, primero, querámoslo o no, como lo predijo Golda Meir, “la paz llegará cuando los palestinos amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”, y ello no ha ocurrido, ni ocurrirá jamás. Segundo, porque el proyecto, diseñado a dos manos con Biniamin Netanyahu, premier israelí, se hizo sin consultar a una de las partes en conflicto -perversa estrategia que de por sí conlleva el germen de su propia destrucción- y tercero, porque parte de la base de reconocer a Jerusalén como capital "Eterna e Indivisible" de los judíos y eso para los palestinos es como “mentarles la madre”.
Recordemos que allí, en la parte oriental, conocida como Jerusalén Este, se encuentra la Explanada de la Mezquitas, con la imponente Al-Aksa, desde donde decoló el mismo Mahoma, cabalgando a lomos de la yegua Burak, y es precisamente donde la ANP tiene ínfulas de asentar su capital. Pero bien, no obstante el plan dejar incólume la condición de ciudad “Eterna e Indivisible”, en la práctica se parte geográficamente en dos, para que los palestinos puedan allí asentar su propia capital, en Jerusalén Este, que vendría a reemplazar la prestada capital de Ramallah, situada a escasos 25 minutos, desde donde actualmente están despachando.
Post-it. El Discurso sobre el Estado de la Nación del “eterno” Presidente Trump, más pareció una sección llamada “The Economy, Stupid”, de un noticiero de TV, pero con el ingrediente de que todos los signos son altamente positivos y le garantizan al actor su reelección, así Nancy Pelosi le rompa el discurso en su cara de puño, al dejarla con la mano tendida.