Que el señor director de la policía está atravesando uno de los momentos históricamente más difíciles para la institución, es un axioma; la policía a través de los años ha debido enfrentar ataques desde diferentes flancos, venidos de diversos enemigos que nunca le han faltado, pues por ser el norte del orden y la ponderación en las relaciones interpersonales, está expuesta al escarnio e injuria de quienes ve en ella, un obstáculo para sus interese de todo orden.
La historia de Colombia narra las mil y una dificultades que ha enfrentado la Policía Nacional, episodios que la han engrandecido y profesionalizado, llevándola a ser hoy referente de eficiencia y profesionalismo a nivel mundial, no obstante muchos perturbados la quieran desprestigiar y liquidar.
Permítanme hablar un poco del mando institucional porque el hoy director, General Jorge Vargas Valencia, que viene de cuna policial, que ha vivido la institución en todos sus estadios, que nació policía y policía se crió, no será inferior a las responsabilidades y retos que en suerte debe encarar. La ponderación y profesionalismo que a diario demanda de sus hombres, dan muestra de esa formación y disciplina heredada de sus mayores.
Sabe el general Vargas de que están hechos los policías y conoce las penurias familiares, personales y hasta económicas, no por referencia, sino vividas en el entorno su hogar paterno. Es por ello que no podemos dudar de su compromiso con la institución y la patria; por fortuna para el país y la misma policía, tenemos al mando un hombre con alma de batallador y un grupo de generales que dirigen las operaciones, interpretando el sentir ciudadano, a la vez que saben leer los oscuros intereses y protervas estrategias, utilizadas por los colectivos que inflaman este momento tan crucial para la patria y sus fuerzas del orden.
Frente a la constante agresión, que las gentes de bien están soportando, generada por grupos vandálicos, la única fuerza capaz de hacerles frente en el Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, que cuenta con el entrenamiento, equipo y medios para defender las gentes de bien, que claman protección y defensa ante estos colectivos, quienes atentan contra la vida hora y bienes de los ciudadanos y policías. Desafortunadamente los medios de comunicación, en su mayoría, abandonaron la imparcialidad noticiosa y olvidan el sacrificio de los servidores públicos, a quienes en la actualidad tachan -según ellos-, por el uso desproporcionado de fuerza, aun sabiendo que todo exceso de parte oficial es investigado y sancionado si la indagación arroja responsabilidad. Olvidan el daño causado con las turbas a los a bienes particulares y ofíciales.
Quienes invocan el desmonte del Esmad no saben lo que es administrar una ciudad sin una fuerza capaz de encarar las protestas disfrazadas de pacíficas y transformadas en violentas.