Hoy amanece Colombia con un nuevo Presidente. ¡Bendito Dios! Durante cuatro años pensé que la gente que hablaba mal de Santos era que no entendía lo que semejante pro-hombre estaba haciendo. Incluso cuando las encuestas sólo le daban el 13%de popularidad yo trinaba que me sentía orgullosa de pertenecer a ese selecto grupo de lumbreras que entendían el rumbo magnífico que tenía el país.
Pero tuve la (des)fortuna de ver con mis propios ojos la insensatez y comprender que la paz fue el resultado de una compra y venta en el Congreso de Colombia. La paz, el que debería haber sido el gran legado de unión para el país, resulta ser una pieza endeble que nos enfrenta y divide aún más, sencillamente porque pagar por la paz no alcanzó ni para la justicia ni mucho menos para la reparación. El nuevo Presidente, que en el momento de escribir la columna, hoy domingo, según las encuestas y la movilización del país, debe ser Iván Duque, tiene la responsabilidad de devolverle la confianza a la gente. Nadie niega que acabar la guerra era necesario, pero vender el país era otra cosa. Deberá demostrar que puede tener gobernabilidad sin necesidad de canjes nefastos y su equipo de confianza debe ser de profesionales y personas honestas. No más rasputines jugando a administrar el Estado a punta de contratistas y contratos. Esa práctica de llenar las entidades estatales canjeando hojas de vida por votos en el Congreso, convierte a un reguero de gente en una especie de esclavos (una trata de blancos) que al final de forma bastante triste también se venden al mejor postor.
El mayor anhelo de los colombianos es que los congresistas se dediquen a legislar y el Presidente a gobernar.
Independientemente de lo que pase mientras escribo esta columna, hay algo que me gusta mucho en la juventud de Iván Duque. Tiene propuestas modernas y de avanzada y creo que un cambio de generación en el alto gobierno va a ser refrescante para Colombia. Me siento feliz de tener por primera vez a una mujer en la vicepresidencia, eso significa que estamos cada vez más cerca de tener a la primera mujer Presidente de Colombia. Martha Lucía Ramírez tiene toda la capacidad, conocimiento y experiencia que esperemos complemente al Presidente.
Sí, se acabó la oscura noche y espero que a Colombia le vaya bien en este nuevo tiempo. Nos lo merecemos. Solo recomiendo al equipo ganador que rescaten lo bueno que deja el gobierno actual, y que le pongan mucha atención a las comisiones de empalme para que no les metan gato por liebre pintando pajaritos en el aire, donde por ejemplo pueda estar lleno más bien, de elefantes blancos. Los digo por decir un ejemplo cualquiera obviamente.
Colombia quiere un cambio, y el Presidente que haya sido electo está en la obligación de liderarlo y su principal herramienta estará en la capacidad de unirnos.