Quién nos iba a decir a los españolitos de a pie que el hombre que en octubre del 2017 protagonizó la intentona de llevarse por delante la legalidad constitucional iba a ser la llave para que en nuestro país se pueda formar gobierno.
Si, Carles Puigdemont tiene la llave para que la legislatura arranque y Pedro Sánchez se convierta en el próximo presidente del gobierno. Primero, claro, tiene que ayudar a que el socialista PSOE obtenga la presidencia del Congreso y después que Sánchez pueda ser investido presidente. Eso sí, Puigdemont no hará a Sánchez presidente sin cobrarse un elevado precio y ya ha dejado dicho que le hará "mear sangre".
La cuestión no es que, tan desagradable precio, lo pague Sánchez, sino también el resto de los españoles. Pero la realidad es la que es y para que Pedro Sánchez reedite su gobierno Frankestein necesita ineludiblemente a Carles Puigdemont y este, que no tiene un pelo de tonto, sabe que tiene que cobrar la factura por adelantado. Puigdemont no se fía de las promesas a futuro sino de los compromisos cerrados y sellados en el presente y sus condiciones son meridianamente claras: autodeterminación y amnistía.
Supongo que los "negociadores" de Pedro Sánchez le intentan convencer de que hay que esconder estas peticiones detrás de eufemismos, es decir que no se note que están dispuestos a pagar esa factura. Ya saben que a un referéndum se le puede llamar consulta, y en vez de amnistía se pueden buscar otras figuras jurídicas que ofrezcan el mismo resultado. La prueba del algodón de si hay compromiso entre Puigdemont y el PSOE no será otra que el que Sánchez vuelva a ser presidente.
Y es que la única opción a un gobierno de Pedro Sánchez es la repetición de elecciones. Pero ni en el PP ni en el PSOE ni en el Gobierno quieren plantearse esa posibilidad. En lo que se refiere al PP por más que repitan que han ganado las elecciones, los números no les dan para gobernar.
Pero pongamos que lo consiguiera, no tardaríamos mucho en ver a Sánchez liderar una moción de censura, echar a Nuñez Feijóo de la Moncloa, y ya sabemos lo que vendría después. Me temo que todas las alternativas son malas aunque algunas son rematadamente peores como la de que Sánchez comprometa acuerdos con Puigdemont obviando a buena parte de la sociedad. Ojo, no digo que el PSOE no deba de hablar y negociar con Junts la cuestión es ese precio en "sangre" que Pugdemont parece querer poner a su apoyo.
El miércoles empezaremos a ver en directo como se desarrolla esta partida. Menuda jugada del destino.