El impulso que con los días ha tomado el covid-19 es alarmante y perturbador; la velocidad de contagio preludia una situación caótica en el sector salud y el temor ha invadido toda la población. La inimaginable cantidad de contagios que auguran un alarmante número de decesos, nos obliga a pensar que el país ha olvidado o descuidado las recomendaciones de las autoridades sanitarias sobre el tapabocas, el lavado de manos y ese distanciamiento tan difícil de mantener, solo nos queda la esperanza de lograr un acuerdo nacional tácito, de autocontrol, aislamiento y cuidado ciudadano, para bajar el nivel de contagio y amenaza permanente.
Indudablemente el motivo de incremento está en los movimientos de protesta y desórdenes presentados en las diferentes ciudades del país, donde los asistentes aunque pacíficos, nunca observan ni mantienen el distanciamiento, así porten el tapabocas; pero sus arengas, cantos, gritos y protesta en voz alta, contaminan el ambiente, prácticas que juegan en contra de las recomendaciones sobre la prevención del contagio. Pero lo grave llega en el momento en que las protestas pacíficas se tornan en turbas violentas y agresivas contra todo el entorno. Es allí donde definitivamente se rompen los esquemas de autocontrol, cayendo los participantes en caos y anarquía, olvidando todas las normas que recomiendan los conocedores de la pandemia.
Muy difícil, riesgoso y aventurado resulta para las autoridades tratar de encausar estas manifestaciones de violencia y agresividad, sin recibir embates y ataques contra su humanidad. Los comportamientos irresponsables y altaneros que desprevenidamente observamos, tendrán sus consecuencias en días venideros, porque a la fecha no se ha manifestado el caudal de contagios emanados de estas actividades democráticas y violentas; que pena, pero nuestro horizonte de salud se encuentra atiborrado de amenazas y contagios que difícilmente podremos atender o sortear con los medios puestos al alcance de funcionarios de la salud. Por lo tanto, el país con las autoridades a la cabeza, deben prepararse diseñando procedimientos específicos con el apoyo tanto de la ciudadanía, como del gobierno. La falta de camas UCI es evidente y sólo las familias que han sufrido la falta de este recurso saben de la angustia y desconcierto ante la realidad.
Este panorama esta apalancado en una estrategia diseñada por personas que buscan subvertir el orden, sin importarles las consecuencias de sus actos y donde el gran perdedor será el país. Los enemigos son muchos y cada uno cumple su cometido. El covid, ajeno a la estrategia ataca la salud, el paro impulsa las protestas pacíficas, degeneradas en bloqueos, hijos del desorden que golpean la economía y el orden público.
Somos muchos los colombianos que anhelamos una patria estable, pujante y próspera. No es posible que una minoría destruya nuestros sueños de paz.