Ley de crecimiento económico es una reforma tributaria que busca estimular el crecimiento económico, no obstante, los nuevos ajustes la convierten en una reforma social, progresiva, que reduce la presión fiscal que recae sobre los colombianos más pobres.
Algunos críticos de la reforma, han alegado que se requiere “una reforma estructural”, y tienen razón, pero nos podemos quedar esperando toda la vida. En todo caso, la ley de crecimiento es mucho mejor que el régimen fiscal anterior, y hundirla, significaría someter al aparato productivo a una peligrosa situación de inseguridad jurídica que llevaría a los capitales a perder confianza en el país y a buscar otros destinos más seguros y estables, afectando el crecimiento, la generación de empleo y la inversión social.
Es cierto que Colombia necesita la “reforma estructural”, fundamentalmente encaminada a simplificar la estructura tributaria, creando un régimen más simple, transparente y con tarifas moderadas. La gran dispersión de tarifas e impuestos, la alta complejidad del sistema fiscal, son en gran medida los responsables de la informalidad de la economía, de los altos niveles de evasión y de la ineficiencia en el recaudo. La simplificación y la reducción de tarifas contribuye a la formalización, permite ampliar la base de contribuyentes y aumentar el recaudo. Esa reforma, debe ir acompañada necesariamente por una fuerte reducción del gasto público y por una reingeniería de la distribución del gasto social del Estado, haciéndolo más eficiente y progresivo.
Dicho lo anterior, el proyecto de ley de crecimiento trae un grueso paquete de medidas sociales: devolución del IVA al 20% más pobre de la población, unos 2,8 millones de hogares recibirán vía programas como: Familias en Acción, Sisbén y Adulto Mayor, cerca de 1,7 billones de pesos; 3 días sin IVA para un grupo determinado de productos; reducción del aporte a salud de las pensiones más bajas, del 12 al 4%; estímulos para las empresas que contraten jóvenes entre los 18 y los 25 años, hasta por 4 smmlv; y exención del impuesto de renta, por los primeros 7 años, para los emprendimientos en economía naranja, son algunos de los puntos más progresivos.
Por el otro lado, hay una apuesta decidida por estimular el crecimiento, el punto fundamental es la devolución del IVA para las empresas que inviertan en bienes de capital. Eso sin duda hará de Colombia un país más competitivo y servirá para atraer mayor inversión; sumado a la reducción de la tarifa de renta para empresas del 33 al 30%, lo que significa un importante alivio para miles de pequeñas, medianas y grandes empresas que, según el Banco Mundial, en Colombia tienen una tasa efectiva de tributación del 71%, una de las más altas del mundo, y que podría llegar al 55%, estimulando el crecimiento del aparato productivo y la generación de empleo.
Finalmente, el recaudo aumentó un 11% y con la facturación electrónica será aun mayor. El impuesto simple, para micro y pequeñas empresas -que unifica renta, ICA, impuesto al consumo y aportes a pensiones del empleador-, ha permitido formalizar cerca de 9.000 empresas adicionales este año. Muchos alegan que estos son regalos para los ricos y que se afectará el recaudo, se equivocan, aumentará la inversión y el recaudo, aumentará la generación de empleo y aumentará la inversión social. No sigamos castigando a las empresas, el 98% son pequeñas y medianas, y son los grandes promotores del desarrollo económico y social de nuestro país.
@SamuelHoyosM