Reconozco el trabajo en Colombia de la Comisión de la verdad, de sus integrantes, del padre Francisco de Roux, para precisar cómo durante tiempos de violencia se cometieron hechos reprobables, masacres, violaciones de derechos humanos, numerosas personas cuentan su verdad, pocos convencen, inclusive algunos amnistiados no logran acreditar sus versiones, tal el caso de ex miembros de las Farc que confiesan haber participado en el asesinato del doctor Álvaro Gómez Hurtado y el relato de ex presidentes de la República en referencia a temas trascendentales se volvió controversial.
La posverdad contendrá inexactitudes, lo aparente se vuelve más creíble que lo objetivo, discrepo del dramaturgo Steve Tesich quien utilizó el término por primera vez en 1992 al escribir sobre el escándalo de Watergate y la Guerra del Golfo cuando expreso: Nosotros, como pueblo libre, hemos decidido que queremos vivir en un mundo de posverdad,” sus opiniones distaron de fundamentarse en ella.
La palabra está de moda, cambia el cómo, por qué y quiénes actuaron en acontecimientos perversos. El esfuerzo por descubrir la verdad es grande, preocupa su terminación. Hay cientos de testimonios de víctimas, victimarios, testigos, contribuciones de dirigentes políticos, indígenas, empresarios, jueces, funcionarios públicos hostigados, todos relatan su verdad, se consulta a compatriotas que salieron del país en el marco del conflicto armado, capos del narcotráfico que cumplen condenas piden se les escuche y presentan versiones contrarias a las expuestas ante la comisión con despliegue de los medios de comunicación, existe confusión a pesar de la buena intención de la Comisión respecto de la verdad, del propósito de encontrarla, de contribuir a la convivencia y la construcción de la paz.
Compleja la redacción del informe final, ojalá sepamos sacarle provecho al material objetivo y no se enrede el proceso, el problema no radica en que la verdad sea lo opuesto a la mentira sino en que la opinión pública va a ser depositaria de términos encontrados inmersos en relatos sesgados suministrados en la Comisión de la Verdad y esa opinión sacará sus propias deducciones cuando entremos a la época de posverdad.
Hay declarantes que han aportado con honestidad cómo, cuándo y dónde sucedieron hechos que enlutan a la Nación, no obstante otros, difícil confirmarlo, en lugar de aportar la verdad la dificultan, por eso la Comisión de la Verdad tiene que depurar, concretar la objetividad, el debate nunca termina, la verdad absoluta no aparece, la concordancia de una afirmación con los hechos depende de quién relata lo sucedido.
Agradecemos la labor en nuestra nación, organismos de esta naturaleza han cumplido en distintos países, sus conclusiones sirvieron para enjuiciar a dictadores y responsables de atrocidades, de crímenes de guerra, el derecho a la verdad se refiere a la obligación de los Estados de proporcionar información a la sociedad sobre las circunstancias en las cuales se cometieron graves violaciones de los derechos humanos. Al fin y al cabo “todo es verdad y es mentira, depende del cristal con que se mira.”