VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Abril de 2013

Efecto latón y reculada

 

Perfectamente  aceptado por la Real Academia, el verbo 'recular' es uno de los que mejor explican la conducta de algunos gobernantes que, sobrecogidos por el rechazo que sus intenciones producen, se ven obligados a dar marcha atrás justo antes de violar la Constitución, alterar el equilibrio de poderes y romper las reglas del juego de la democracia liberal.

Aupados por la contraparte con la que negocian la refundación del Estado y estimulados por la obsesiva ilusión de asegurarse el lugar de 'grandes pacificadores' en la historia tras estampar una firma, esta clase de dirigentes es capaz de poner al sistema político al borde de su destrucción mediante improvisaciones fatales que, fácilmente, podrían desembocar en conflictos violentos, peores, incluso, que aquellos a los que pretenden ponerles fin.

Improvisaciones como, por ejemplo, la de extender a 6 años el mandato y que, al ser absolutamente nítidas, se convierten en la mejor muestra del tipo de componendas que ellos podrían tolerar en un proceso de negociación bajo llave, "de iure iurando", y al amparo de regímenes totalitarios que figuran como acompañantes y garantes.

Improvisaciones letales que, en todo caso, ayudan a explicar en qué consiste el "efecto latón", o sea, ese fenómeno que (a diferencia del "efecto teflón") padece un gobernante cuando todo lo tóxico, patógeno y nocivo que puede haber en una democracia se adhiere a su desempeño reflejándose en deprimentes sondeos de opinión.

Al ser el resultado de su codicia y desmanes, el efecto latón se repotencia aún más cuando él toma una iniciativa perversa y luego la retira del escenario político tan solo porque no "encajaban los tiempos" o no se logró establecer el "necesario consenso" para convertirla en ley.

En resumen, las reculadas no son la causa pero sí acentúan el efecto latón dando paso a encuestas como las que muestran que el 63 por ciento en Colombia rechaza la reelección y considera incumplidas las promesas, o que el 53 por ciento se siente insatisfecho, lo que equivale a hallarse "¡en el peor de los mundos!" que fue como el propio Santos dijo que se habría sentido si su propuesta de alargar el mandato hubiese sido hundida por la Corte Constitucional.