VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Agosto de 2013

Viceversa

 

Son tres los graves macro-problemas que marcan los tres años recorridos por el Gobierno y que explican por qué la reelección puede entenderse desde ahora como una aventura fallida. El primero tiene que ver con la improvisada y errática política exterior pues, a diferencia de lo que sucedía hace 20 años, los colombianos se han apropiado tanto de los asuntos internacionales que ya hacen parte prioritaria del interés público.

De hecho, al negar su responsabilidad sobre los dos años finales del pleito en La Haya sobre las aguas del Caribe tratando de diluir la culpa en los presidentes que le antecedieron y comportándose condescendientemente con los sandinistas y chavistas para no romper las negociaciones con las Farc en Cuba, el Ejecutivo se puso la soga al cuello para el resto del período.

El segundo se refiere a la revuelta social y al caos inducido por las Farc para consolidarse en la mesa de La Habana desarrollando en el Catatumbo su primer EXAP: experimento estratégico anticipado del posconflicto, es decir, la puesta en marcha del control territorial integral (político-militar) que ellas aspiran a ejercer tan pronto firmen el acuerdo con Santos. Sin duda, la convulsión regional escalonada, la relación rentable entre insurgencia armada y desarmada, así como la agitación intensiva (que volverá a constatarse durante el próximo paro nacional ) harán que, presa del pánico y asfixiado por el poco tiempo que le queda, el Presidente, prosternado, termine firmando lo que a las Farc se les ocurra, marchitando así su aspiración reeleccionista.

Y, a propósito, el tercero no es otro que el acuerdo-trampa que él terminará firmando con Timochenko entre bombos y platillos creyéndose el gran pacificador y redentor de la patria.

No en vano, las encuestas más recientes muestran que la mayoría desconfía del grupo terrorista, no quiere que se le otorguen privilegios de ninguna naturaleza y, al percibir la fraternidad entre Santos y las Farc, se aleja abrumadoramente de la posibilidad de reelegirlo.

Y todo esto porque, en definitiva, cualquier acuerdo que se firme será un acuerdo-trampa que, probablemente, será rechazado en referendo por la mayoría de los colombianos poniendo de presente con toda propiedad que decirle 'No' a las Farc es decirle 'No' a Santos ... ¡y viceversa!