VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Diciembre de 2013

Papá Noel

Como  ya hemos recibido por anticipado dos estupendos regalos: la destitución-inhabilidad-revocatoria de un alcalde que nunca debió serlo, así como la claridad absoluta de que el Presidente está cayendo en la trampa de las Farc, vale la pena honrar esta noche a quien le debemos semejantes obsequios.

Al fin al cabo, San Nicolás, Papá Noel, no es un mito, ni un personaje literario. Todo lo contrario, es de carne y hueso y, con toda certeza, uno de los principales emblemas de la cultura democrática y de la globalización económica incluyente.

De hecho, en el año 500, solo dos siglos después de su nacimiento en Turquía, ya tenía una iglesia con su nombre en Roma porque después de que sus padres murieron ayudando a las víctimas de la peste, él se especializó en hacer felices a los niños desvalidos llevándoles regalos.

Así que Santa Claus es un símbolo de compasión, pero también de prosperidad, porque al caer la noche entraba a los aposentos y ponía en los calcetines de las doncellas núbiles una bolsa de monedas de oro que sus padres entregaban como dote para concertar los matrimonios.

Inspirador de los más caros valores familiares, Papá Noel quiso asociarse también al espíritu emprendedor de los inmigrantes en América y es así como empieza a formarse la leyenda comercial de la mano de Washington Irving, en 1809, Clement Clarke Moore, Thomas Nast y el dibujante Habdon Sundblom que por allá en 1931 lo viste de rojo y blanco para la conocida fábrica mundial de gaseosas.

Adicionalmente, el santo barbudo, bonachón y regordete es la pieza maestra de la dinámica industrial occidental pues su hogar en el Polo Norte es, en verdad, una fábrica de juguetes altamente racional y funcional, agenciada por multitud de duendecillos que administran las ilusiones materiales e inmateriales de la humanidad. Maestro de la logística, Santa Claus es también la expresión perfecta de la cadena comercial y de distribución más efectiva que se conozca, reportando la máxima satisfacción del cliente en una perfecta sincronización entre costos, redes operativas y tiempo.

En resumen, Papá Noel premia el bien, estimula la creatividad comercial, fomenta la libre empresa, promueve el liderazgo global, difunde las virtudes y valores de la democracia y, como si fuera poco, ilumina a las familias y a las sociedades para que no caigan en las trampas del populismo y el terror.