VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 1 de Julio de 2014

Degeneración macular

 

El presidente uruguayo, José 'Pepe' Mujica, es uno de los pocos sujetos en el mundo que dice no haber visto a su compatriota, el jugador de fútbol Luis Suárez, dándole un mordisco a Giorgio Chiellini durante el partido contra Italia.

"Yo no vi que haya mordido a nadie", salió a decir el flamante Presidente que se precia de su pasado guerrillero como si haber padecido una dictadura le hubiese dado credenciales para ejercer en su momento el terrorismo y para distorsionar luego la realidad en su condición de jefe del Estado. En efecto, más allá de su situación oftalmológica (degeneración macular, o lo que sea), lo cierto es que su conducta es típica de esa mentalidad subversiva que se acentúa tras acceder al poder mediante la intimidación, o las artimañas de una negociación.

Mentalidad subversiva que lleva a todo terrorista instalado en el poder, o a punto de detentarlo, a: Primero, incitar velada o abiertamente a la agresión contra todo opositor o crítico que, etiquetado como "el enemigo", pasa a ser blanco natural de la acción destructiva, ahora autorizada y oficializada.

Segundo, justificar la violencia como modo de actuación deportiva, política o diplomática mediante una especie de complicidad legitimadora basada en la falacia de que solo quien ha cometido un crimen puede entenderlo, exculpar a sus congéneres y promover el perdón y la justicia.

Tercero, negar sistemáticamente su naturaleza de victimario para achacarles a otros la responsabilidad de las violaciones producidas y pasar así a considerarse la víctima de la injusticia estructural, la marginalidad y la exclusión.

Cuarto, convertirse en adalid de causas oprobiosas que, como el tráfico y abuso de drogas o la agresión interpersonal o colectiva, pasan de ser conductas condenables a auténticos emblemas nacionales con los que se adquiere prestigio sobre la base de que toda iniciativa promovida por un antiguo guerrillero es loable en virtud de su conversión sincera y su pacifismo geriátrico. 

Y quinto, glorificar el crimen mediante el diálogo y la impunidad, como quisiera hacerlo el propio Mujica con sus colegas del Eln montando una mesa de negociación en Montevideo bajo el principio aquel de que en el fútbol “hay un montón de penales y metidas de manos que habría que cobrar pero que no se cobran” y que a Luis Suárez (por cierto, apodado "el pistolero") los uruguayos ... ¡”no lo eligieron para ser mecánico, ni filósofo, ni para tener buenos modales"!