Vicente Torrijos R. | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Noviembre de 2014

Juicio a Barack Hussein

Cuando los Estados Unidos ocuparon Japón como potencia triunfadora de la II Guerra Mundial, gestionaron una nueva Constitución.

El encargado fue el general Douglas MacArthur, comandante del Pacífico y tan versado en las artes militares como en las políticas. Precisamente, Mac Arthur recomendó para el Japón un sistema político parlamentario y no un sistema presidencialista como el de su propio país. Lo mismo ha sucedido en diversos contextos geoculturales, como en Medio Oriente, cuando los EE.UU. han tenido que sugerir un esquema de convivencia sostenible.

En pocas palabras, cuando se trata de reconstruir un Estado y dotarlo de fuerza suficiente para controlarse a sí mismo (algo a lo que podríamos llamar ‘force building’)los norteamericanos han confiado más en el sistema parlamentario por cuanto es el que mejor responde a los fluctuantes climas de opinión de las democracias. 

A finales del año pasado, el Partido Demócrata predijo que los republicanos, con mayoría en la Cámara de Representantes, promoverían un juicio político contra Barack Hussein Obama, algo que por razones variopintas solo ha sucedido con Andrew Johnson (1865-69) y Bill Clinton (1993-2001). Y no se equivocaron. A mediados de año, y por una contundente votación de 225 contra 201, se concretó la idea que, como es apenas obvio, no prosperó en un Senado con mayoría demócrata.

En cualquier caso, los liberales adujeron que se trataba de vulgar populismo para conseguir las mayorías en las elecciones de mitaca del pasado 4 de noviembre.

Pues bien, ya que las elecciones han reportado un triunfo contundente a los conservadores, ¿no ha llegado el momento de que los Estados Unidos apliquen en casa un poco de aquello que han recomendado en Japón, Irak o Afganistán? 

Para decirlo de otro modo, un Presidente que resulta tan contundentemente derrotado (en lo que casi fue un plebiscito), ¿debería permanecer en el cargo o, más bien, renunciar? Y si no renuncia (puesto que esa fórmula no hace parte del protocolo presidencialista), ¿no debería ser sometido, ahora sí, a un juicio sobre la permanencia en el cargo, sobre todo si se tiene en cuenta que habría puesto en riesgo el equilibrio de poderes, no ha sabido interpretar las nuevas amenazas y estaría poniendo en riesgo la seguridad nacional?