VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Agosto de 2012

Vice

 

Cuando el vicepresidente Garzón cayó gravemente enfermo, muchos se frotaron las manos.

 

Aun deseando el mejor desenlace posible, las manifestaciones públicas fueron superiores a las consideraciones humanitarias.

Unos dijeron que la figura de la Vicepresidencia debería desaparecer de la Constitución. Otros, muy obsecuentes, ejecutaron prontamente la idea y lanzaron el correspondiente proyecto de reforma.

Algunos, incluso, comenzaron a barajar la posibilidad de que el Congreso tomara la iniciativa de seleccionar un reemplazo.

Pero la milagrosa recuperación de Angelino Garzón los dejó con los crespos hechos y los desconcertó por completo, a tal punto que ni siquiera lograban darles crédito a sus propios ojos.

De hecho, cuando Garzón comenzó a escribir sus cartas a los ciudadanos, los detractores empezaron a desarrollar toda suerte de teorías de la conspiración.

Teorías basadas en que un “Gran Hermano” o una “mano invisible” estaba redactando tales cartas y que a él lo mantenían sedado, bajo el efecto de los barbitúricos, prisionero, tal vez, de su propia familia y sus pérfidos amigos.

En consecuencia hacían ver como inevitable su renuncia o su reemplazo porque, lúcido o no, osaba contradecir al Presidente en temas tan sensibles como la reforma a la Justicia.

Ni siquiera les bastó que el propio Jefe de Estado hubiera ido a visitarlo para mantener con él un diálogo amplio y constructivo, ni sus constantes apariciones en público, ni sus declaraciones en distintos medios de comunicación.

Entonces, montaron una comisión senatorial, propia de la Cortina de Hierro, para verificar en primera persona si Garzón estaba cuerdo, lúcido y en sus cabales.

Y como era de esperarse, semejante comisión, a la que prudente y decentemente renunciaron Liliana Rendón, Karime Mota y Édgar Gómez Román, no pudo concluir sino lo absolutamente evidente para millones de colombianos que jamás cayeron en la trampa de la manipulación y de la suspicacia.

Manipulación y suspicacia de las que, en todo caso, volverán a valerse en las próximas semanas para tratar de arrebatarle al ciudadano el logro democrático de elegir libremente a su Vicepresidente y retornar a la vieja figura de los Designados.

En resumen, todo un montaje contra la democracia para dar un salto al pasado, al “designio divino”, al “designio genético” o al “designio de los sanedrines”.