VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Enero de 2013

8 frentes de batalla (1a. parte)

 

Son  por lo menos ocho los escenarios críticos en que el gobierno Santos deberá desenvolverse a lo largo de 2013.  En esta columna se plantearán cuatro.  En la siguiente se desarrollarán los restantes.

Primero, el de su modelo de unidad nacional, cada día más frágil y desgastado, sobre todo porque la unanimidad en que se basa tenderá a agotarse a medida que se acerquen las contiendas electorales y tanto Cambio Radical como conservadores y liberales se planteen si vale la pena seguir subordinados a un liderazgo tan inconsistente como impopular.

Segundo, el propio afán reeleccionista del Presidente que, en todo caso, estará supeditado a un clima de opinión tan marcadamente adverso que ni siquiera podrá revitalizarse con los acuerdos que, ineluctablemente, firmará con las Farc entre bombos y platillos. 

Reflexivamente, los ciudadanos están tan seguros de la trampa que la guerrilla le ha tendido al Gobierno para enquistarse de una buena vez en el Estado, que tomarán distancia del proceso y lejos de premiar al dirigente lo señalarán como favorecedor y complaciente con la subversión.

¿Realmente cree el Presidente que con "vueltas a Colombia" inaugurando obras públicas, prometiendo casas regaladas a marginados y excluidos -que las reciben, claro, pero al mismo tiempo ven su identidad completamente mancillada-, cambiando cada seis meses a unos cuantos ministros opacos, y rebajando por un tiempo los pasajes de Satena para que los sanandresanos se olviden del fallo de La Haya, logrará modificar las encuestas en que los colombianos expresan reiteradamente su rechazo a reelegirlo ?

Tercero, las relaciones y el respeto hacia una oposición que si hoy día está palideciente en Colombia no es exactamente por la falta del mítico Estatuto sino por su propia fragmentación y obsecuencia con el modelo unitario implantado por la Presidencia, a tal punto que la verdadera oposición ya no es la izquierda sino el expresidente Uribe, mucho más popular que el propio Jefe de Estado (algo que, seguramente, quita el sueño en el Palacio de Nariño).

Cuarto, el enigma del Vicepresidente y de la Vicepresidencia pues no es descartable que Garzón, también él mucho más aceptado entre la población que el propio Jefe de Estado, convierta su victoria de preservar viva la figura constitucional en una genuina plataforma electoral que ponga en aprietos al apetito continuista del santismo.

(Continuará).