Atacar o juzgar a una persona por un delito cometido por un familiar es algo verdaderamente vil. Nadie puede responder por las acciones de otros, por más cercanos que estos sean a uno. Eso es algo bien reconocido, no solo por la ley sino también el sentido común.
Los delitos son individuales y solo quien los comete debe pagar por ellos. Por desgracia, no es así porque los delitos de las personas que amamos son profundamente dolorosos para sus familias, las cuales casi siempre terminan, de una u otra manera, afectada y pagando un precio muy alto por ellos.
No sé cuántas veces he oído sobre una madre o un padre que han muerto de pena moral al conocer el crimen de un hijo. El dolor de padres, esposos, hijos y hermanos es duro y no aminora con el tiempo. La vergüenza, el sentido de fracaso, la destrucción del futuro de un hijo es insuperable. Terrible es también la soledad y penurias que sufren las esposas y los hijos de un reo.
Por eso, la acusación lanzada por Gustavo Petro contra la vicepresidenta de Colombia, Martha Lucía Ramírez, porque hace 23 años uno de sus hermanos cometió un delito relacionado con el narcotráfico es vil e hipócrita, pues bien sabemos que el acusador es un exguerrillero del M-19, la sanguinaria guerrilla que causó la tragedia del Palacio de Justicia y fue responsable directa de miles de crímenes, secuestros, violaciones y negocios con los carteles de drogas de aquel momento.
¿Qué autoridad moral tiene Petro para lanzar semejante acusación? Es que acaso creé que los colombianos hemos olvidado su pasado criminal, o sus actos recientes, en especial el episodio de las bolsas llenas de billetes que recibió durante una reunión, filmada en secreto, y que aún no han sido justificada. Por qué, más bien no denuncia a algunos de sus camaradas directamente relacionados con el narcotráfico, como Nicolas Maduro, cuyos sobrinos, presos en USA, lo han señalado como protector de Cartel de los Soles venezolano.
A Petro lo secundan en su acusación contra la vicepresidenta los senadores de las Farc, esos a los que les regalaron las curules en el senado en contra de la voluntad mayoritaria de los colombianos y que están “untados” (perdonen la expresión) de narcotráfico hasta la medula. ¡Qué desfachatez!
Petro dice que Ramírez ocultó lo ocurrido a su hermano. Acaso no sabe que los juicios y las sentencias en las cortes estadounidenses son de dominio público. Seguro que lo sabe, apuesto que conoce a muchos reos condenados allí. Dice que Ramírez pagó una fianza en el juicio de su hermano. ¿Qué tiene eso de ilegal? Eso hace la mayoría de los familiares de los acusados para que permanezcan fuera de la cárcel mientras se prepara el juicio.
Marta Lucia Ramírez lleva décadas de valiosos servicios al país. Con una gran sensibilidad social ha impulsado proyectos como la Fundación Tejido Humano, la cual ayuda a soldados y guerrilleros amnistiados a recuperarse de sus heridas de guerra y a estudiar para lograr un mejor futuro.
Quizá lo que pretende Petro es que quienes hayan tenido un familiar en la cárcel usen una estrella cocida a su ropa como Hitler obligó a hacer a los judíos. ¡Qué cinismo el de este exguerrillero!