Cada vez más cerca de la primera vuelta presidencial y cada vez más alejado el panorama político del país de lo que debiera ser una campaña propositiva sobre diagnósticos claros y problemas reales de un país aquejado por múltiples circunstancias.
Es claro que tenemos pobreza, que hay ciudadanos en condiciones de miseria, que existe desigualdad, todos estos diagnósticos son obvios en cualquier lugar del mundo, pero más allá de poder y querer culpar al gobierno actual, desconociendo la realidad mundial cuál es su solución o no la hay.
Asumir que los problemas económicos del país los solucionamos cambiando de presidente, o simplemente eliminando sectores productivos es una falacia, pero en eso se convirtió este proceso electoral donde el ataque y la victimización es lo único que trasciende.
La idea parece que se ha centrado en alentar rencores, odios y cóleras hacia las otras campañas, esto por cuenta del ataque personal y la escenificación de la desgracia en caso de ganar el oponente, así solo por descarte se aspira a convertirse cada uno en la mejor opción.
Como recuperarán nuestros ciudadanos el poder adquisitivo, como se podrá equilibrar el déficit fiscal del país y el orden público como se podrá mejorar. Para todo esto ¿cuál es la solución? Todos estos temas se están dejando de lado, pareciendo que solo interesara demostrar el pésimo gobernante que podría ser el otro y lo que se vendría con su elección.
Lo que se viene será peor, pues está campaña está aún a medio gas, las recientes posturas son solo líneas trazadas por donde se trasegará en los próximos días. La cosa parece clara, un candidato, Gustavo Petro, que se hizo al reconocimiento como oposición pura, contra otro, Federico Gutiérrez, que recibió el respaldo temprano del partido de gobierno, colocándolo en la difícil situación de defender una obra, cuatro años de gobierno de los cuales no hizo parte.
Los demás aspirantes son importantes igualmente en esta contienda, pero la polarización que apasiona a este país político, hizo que desaparecieran del radar de posibilidades de pasar a la segunda vuelta y mucho menos de vencer en primera, todo lo anterior en perjuicio de la ciudadanía, de esa que se deja meter en los odios ajenos como si la decisión de su voto los incluyera de manera personal en las políticas que adoptarán los nuevos gobernantes, esa que sin importar como decida hoy, no vera cerca la solución a los problemas diarios actuales y mucho menos los próximos.
Los sondeos son ejercicios de aproximación, estos pueden cambiar de una semana a otra, lo verdaderamente importante es que las tendencias sólo cambiarán si los candidatos que están atrás se atreven a proponer algo que realmente interese y que convoque a la mayoría de colombianos, algo que los ponga a hablar y meditar su voto en las próximas cinco semanas, porque de continuar en esta dinámica solo seguiremos viendo ataques y victimizaciones, que lejos de aportar a nuestro futuro, ahondarán más la polarización de los últimos 20 años.