Cuando decidí comentar el llamado a indagatoria que le hizo la Corte Suprema de Justicia al expresidente Álvaro Uribe, pasé horas meditando sobre el tema. No podía escribir. ¡Total bloqueo! Hasta que descubrí la causa. La columna ya la había escrito y publicado en este mismo diario en marzo del 2016. La titulé “Van por Uribe”, y aseguré que se trataba de una “estrategia sistemática”. Venciendo el pudor de citarme, redacté este artículo:
Dije entonces que “la detención de Santiago Uribe Vélez es un globo de ensayo para medir la reacción de la opinión, tomarle el pulso a Colombia y distraernos cuando se necesita la máxima concentración para saber qué se firma realmente en La Habana”. (Hoy, el llamado a indagatoria a Álvaro Uribe, debilita a la bancada de Gobierno en el Congreso, la distrae del objetivo de modificar los “acuerdos de paz” con las Farc y pone en jaque al Presidente Iván Duque, antes de posesionarse.)
Aseguré que “la Izquierda Internacional no descansaría en su obsesión de extraditar al Presidente Uribe,” y que habíamos subestimado como “descabelladas y desfasadas” las "voces alarmistas" que anunciaban los riesgos de contagio del socialismo del siglo XXI. “Las prevenciones sonaban exageradas y algunas caricaturescas”.
No resultaron ni descabelladas, ni caricaturescas. La captura, entonces, de Santiago Uribe y la posible medida de aseguramiento de Álvaro Uribe “es parte de un plan sistemático, que cumple varios propósitos”:
Esto dije, textualmente, entonces:
“1. Distraer el frente interno mientras se firma el acuerdo sobre justicia, así sea lo único que se firme. Será el triunfo histórico de las Farc.”
“2. Esta operación distractora se asemeja a la incursión proselitista armada en Fonseca, corregimiento de El Conejo, que fue provocadora, escandalosa, retadora, diseñada para entretener el frente interno y sostener con el Gobierno un pulso que lo mantenga temeroso de poner en riesgo la foto de la firma de la "paz".” (La llamada a indagatoria debilita al Presidente Duque para que no modifique los acuerdos)
“3.- Tener en jaque al expresidente Uribe, tratando de ocuparlo en su propia supervivencia y la de su familia.” (Jaque también a la bancada arribista y a las mayorías en el Congreso)
“Van por él. Hay que creerle a Diosdado Cabello y al abogado de las Farc, Enrique Santiago, quienes, en declaraciones dadas a lo largo del proceso, siempre han dicho que no hay inmunidad para los expresidentes y que van por Uribe.” (Y vinieron por Uribe…)
4. “Empujar a uribistas y militares hacia la jurisdicción especial para la paz, arrinconándolos, para que no dejarles ninguna otra salida. La presión mediante persuasivas visitas a militares presos y a los exministros de Uribe para que usen esa jurisdicción, confirman el temor del exministro Jaime Castro. No es la jurisdicción con minúscula. Es LA JURISDICCION.” (Ya llegó el general Montoya a la JEP)
“Los gobiernistas a ultranza (de Santos) y la mayoría de los medios parecen haber perdido la razón, en cuanto a la gradualidad de las penas y a la gravedad de los delitos…” (Mientras aplauden la impunidad a delitos de lesa humanidad)
“5. La entrada en vigencia del revanchismo. Porque si esto sucede antes de firmar el acuerdo ¿qué vendrá cuando entre en funciones un tribunal elegido con el guiño de las Farc?”
El itinerario de este plan sistemático se está cumpliendo al pie de la letra.