Se comparte, con el presidente Juan Manuel Santos, al examinar los chimes y las “chivas”, restablecer los cursos de formación cívica y se sugirió que, además de principios generales, se incluyera el estudio de casos de injusticia humana y se citó Yo Acuso. Proceso Dreyfus (Elmer Editor, Buenos Aires, 1977) de Emilio Zola. Se procede al correspondiente análisis comenzando por la revisión de Emilio Zola (Biografías Grandesa, México, 1952), de Alexandre Zevaes, y lo dicho por el prologuista Luis Enrique Délano: se trata de un novelista realista, naturalista, usualmente comparado con Balzac, inclinado a lo social con énfasis en las lacras, cuya curación esperaba, despertaba entusiasmo en las masas e influyente en el socialismo.
Ahora Alexandre Zevaes. Emilio Zola queda huérfano de padre, Francisco Zola, oriundo de Venecia, en 1847 y él y su madre, ciudadana francesa, se establecen en París en condición de miseria. Emilio es un gran estudiante, aunque no se gradúa de bachiller, aficionado a la música y la poesía (abandona ambas actividades), integra el proletariado intelectual, ve negro el porvenir. Su ascenso opera a través del periodismo, crítica de arte y literatura, relatos y novelas breves.
“En 1897… ha llegado a la cúspide de su gloria”, después de muchas polémicas y “parece tener una existencia tranquila y confortable”. En diciembre 22, 1894, “el capitán Alfred Dreyfus, inculpado por traición, había sido condenado por un Consejo de Guerra a la degradación militar y a la deportación perpetua”. Zola creía en su culpabilidad pero, a la larga, se le convenció de lo contrario y defiende a Dreyfus mediante artículos y folletos, es sometido a juicio, condenado y emigra a Inglaterra durante once meses.
El documento estelar de Zola se origina en la “absolución de Esterhazy”, corresponde a Yo Acuso y este título lo creó Georges Clemenceau. Zola emplazó al presidente de Francia, atacó a las autoridades militares, en particular al comandante Paty de Clam a quien consideró autor de la trama falaz contra Dreyfus. Fue esencial, en la condena inicial a Dreyfus (finalmente absuelto), la mención a una prueba secreta, engañosa e inexistente que no se podía revelar, lo cual recuerda las facultades discrecionales, en política de personal, del Gobierno de Colombia y de las que se tiene opinión adversa por experiencia personal.