10 pinceladas sobre Botero | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 10 de Abril de 2019

A LOS 87 años de edad y 70 de vida artística  llegará el próximo 19 el pintor, escultor, filántropo Fernando Botero. Como un tributo al maestro colombiano, el director canadiense Don Millar realizó el documental “Botero, una mirada íntima a la vida y obra del maestro” que se proyectará desde hoy y por una semana en la pantalla grande nacional.

La idea de este documental partió de Don Millar y Lina Botero, la hija del artista colombiano, quién se dio a la titánica tarea de seleccionar los momentos y las obras más representativas de este “monumental” referente del arte latinoamericano.

 “Queremos ofrecer una visión íntima de la vida y obra de Fernando Botero y compartir con el público una historia conmovedora inspiradora, de una persona que empezó de la nada, con la única claridad de que quería ser artista”, expresa Lina Botero sobre el contenido del documental que cuenta con 82 minutos de duración. 

 “Esta pasión tan absoluta fue la que le permitió aferrarse a sus convicciones  artísticas y lograr sobresalir en el mundo del arte, a pesar de que muchas veces tuvo en contra las corrientes predominantes de su tiempo”, agrega.

Esto es lo que la hija del maestro señala sobre el documental:

¿Cómo fue el proceso de rodaje?

LINA BOTERO. Esta película es el fruto de más de dos años y medio de trabajo. Filmamos durante 19 meses en 10 ciudades del mundo y acompañamos a mi papá en algunos de los momentos más importantes de su carrera reciente, como lo fue su exposición en China, a la que asistieron más de un millón y medio de espectadores y en  la exposición Botero dialoga con Picasso, en Aix-en-Provence en el sur de Francia. Después del largo recorrido nos metimos a la sala de edición que es donde realmente nace un documental.

 ¿Cómo fue el trabajo con el director Don Millar?

LB: Admirable. Tiene un gran talento, visión, inteligencia y sobre todo flexibilidad, porque como decía antes, un documental requiere mucho trabajo en la sala de edición y después de una primera versión de la cinta viene la crítica, los comentarios y volvernos a meter en la sala, hasta que finalmente logramos esta versión que creemos que realmente capta la esencia de lo que es mi papá como persona y como artista.  

Háblenos del balance del documental entre la vida personal y artística del maestro

LB: La película es muy comprensiva, aparecen más de 305 obras en la pantalla, de esculturas, oleos, pasteles, acuarelas, dibujos a tinta china, lápiz y más. Muestra todas las facetas de él como artista y su maestría en esta gran cantidad de técnicas, lo que es inusual entre los artistas contemporáneos. La película también lo muestra a él como ser humano, en familia, a nivel profesional, en público, en inauguraciones, en la intimidad de sus diferentes estudios.

¿Cuál fue la opinión del maestro sobre el documental?

LB. Mi papá inicialmente no quería hacer parte del documental, le parecía una pérdida de tiempo, y aparte de eso, como todos los grandes artistas, es muy pudoroso a nivel personal y prefiere expresarse a través de su obra. Fue todo un trabajo de convencimiento pero logramos que nos colaborara en todos los momentos  que le pedimos. Al final quedó muy contento con el resultado, le parece que si recoge la esencia de su trabajo y lo que es él como persona: modesto, accesible y muy sencillo.

Un colombiano universal

Fernando Botero pinta como si fuera a vivir para siempre. Lo dice de frente y lo demuestra con una dedicación obsesiva al arte, ya sea en sus talleres de Nueva York o Pietrasanta, París, la isla de Evia -en Grecia-, o en su tierra antioqueña de Rionegro. En ningún lado se detiene. En ninguno deja de crear.

En realidad, pinta como si fuera a vivir para siempre, porque así será. Su huella ya es imborrable. Su contribución a la pintura es innegable y desde hace años es un ícono para el arte, así como uno de los genios que la han poblado. Su vida signada por una buena estrella es también la de un hombre que no ha dejado de trabajar por cambiar el destino de su familia y la visión de su tierra. Aquí diez “pinceladas” sobre este colombiano universal:

Cortesía

1. Nació el 19 de abril de 1932 en Medellín. A los 4 años muere su padre. A los 12 se acerca al mundo de la tauromaquia, pero su vocación artística predomina. A los 16 años empieza a trabajar en El Colombiano como ilustrador de la edición dominical.

2. Como si estuviera signado por la estrella de la buena fortuna, en 1951 realiza su primera exposición individual en la Galería Leo Matiz, de Bogotá. Apenas tenía 19 años. A los 20 años obtiene el segundo lugar en el Salón de Artistas Colombianos por su pintura ‘Frente al mar’, una obra poderosa que ya da muestras de sus temáticas y de su futura paleta de colores.

3. Con la vocación clara, viaja a Madrid (España), ese mismo año. Cursa estudios en la Academia de San Fernando y en la Academia de San Marcos, en Florencia. En 1953 se muda a París y pasa la mayoría de su tiempo en el Museo del Louvre, donde aprende de los grandes. Al año siguiente viaja a Italia para estudiar las obras de los maestros del Renacimiento.

4. Con 24 años llega a vivir a Ciudad de México. Un año después pinta una mandolina que se convierte en el génesis de su estilo volumétrico. Ese año pinta tres acuarelas con el mismo estilo, basadas en las ideas de Bernard Berenson y su elogio del volumen.

5. En 1957 presenta en Washington su primera exposición individual. Lo hace en la Pan-American Union, y la crítica lo acoge. Hay rasgos expresionistas, figurativos y cubistas en esos trabajos de entonces, así como un uso de una paleta más oscura.

6. Un año después pasa a ser profesor de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, gana el Salón Nacional de Artistas con ‘Camera degli Sposi (Homenaje a Andrea Mantegna)’, una interpretación libre del trabajo del artista italiano. En 1960 se muda a Nueva York y su buena racha no para: gana el Guggenheim National Prize. La mejor noticia de su vida llega en 1961, cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York compra su obra ‘La Mona Lisa de doce años’.

7. En Nueva York, Botero se consagra. En la década de los sesenta hace la primera exposición en Europa, en Baden-Baden (Alemania), y realiza, en el Museo de Arte Moderno, la exposición ‘Inflated images’ con el estilo volumétrico que lo haría un ícono en el mundo: “imágenes infladas”. Ya ahí están presentes casi todos los rasgos de su obra posterior.

8. En 1974, la muerte de Pedro, su hijo, a los 4 años, marca su vida y su obra. Botero pinta bodegones, cuadros religiosos, temáticas taurinas, flores, frutas, retratos, temas políticos, imágenes costumbristas, entre muchas temáticas más. Su producción comienza a ser prolífica y su obra cobra más color.

9. En la década de los noventa, sus esculturas monumentales copan los espacios públicos de las principales ciudades del mundo. Es invitado a exponer en los museos más importantes. Dona 203 obras al Banco de la República (123 de ellas, suyas) y 114 obras suyas al Museo de Antioquia. También hizo donaciones de obras al Museo Nacional y Museo de Arte Contemporáneo de Chile.

10. Cuando cumple 80 años, en 2012, el Ministerio de Cultura lo celebra en todo el país y declara sus obras como “bienes de interés cultural”. Poco después Botero conquista un país que se le resistía: China, con 96 obras de gran formato en Beijing y 150 obras en Shanghái. Más de 30 millones de aficionados visitaron la exposición.