Vivir en una ciudad es una cosa y conocerla es otra. El escritor Carlos Holguín empezó a descubrir Cali, sitio en el que creció, estudió y azotó baldosa, cuando tenía 35 años; caminar sus calles y vivir en diferentes barrios lo aproximaron a historias inconclusas que le generaron curiosidad y dudas. No entendía el porqué de los nombres de las calles del centro histórico, por qué muchos colegios tenían nombres de políticos en ejercicio. Le inquietaba el origen del apelativo de “sultana” del Valle y su relación entre una sultana (esposa o mujer del sultán, en el contexto musulmán o turco) y una ciudad ubicada en el suroccidente de Colombia, a la que no llegaron colonias turcas como sí sucedió en algunas de la costa Atlántica.
Esas dudas y cuestionamientos se fueron convirtiendo para Holguín en años y años de investigación, de visitas a la biblioteca, de “borondos” por el centro y de cruzar información con amigos y conocedores de la ciudad.
Cada descubrimiento sorprendente sobre el pasado de Cali lo hacía exclamar con asombro un “¡No me digás!”, así, con el acento caleño que no abandona y el tono sarcástico que de vez en cuando se le cuela entre las líneas del libro que, aunque cuenta con cierta rigurosidad académica y bien podría catalogarse como un texto histórico, puede servir también como guía turística, ya que cada capítulo está dedicado a alguno de los sitios relevantes e icónicos de la ciudad.
Miradas
¡No me digás! Cali, su centro y sus vericuetos comienza con una oportuna introducción sobre los monumentos a Cristóbal Colón y la poca aceptación con la cuentan en la actualidad, para luego recorrer la ciudad desde el mirador de Sebastián de Belalcázar, el Señor de la Caña en la Iglesia de la Ermita, la Casa Museo de la Ciudad, la Plaza de Cayzedo, la hacienda Cañasgordas, la Casa Arzobispal, la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero y el basurero de Navarro, para rematar su recorrido en un sitio particular e icónico, La Calle del Muerto, sobre la que esboza diferentes hipótesis del origen de su nombre y la identidad del muerto.
El libro lo componen nueve ensayos en los que este filósofo caleño se acerca a la realidad de las fechas y los supuestos protagonistas de la fundación de Santiago de Cali, así como al origen de su nombre, el preponderante papel de la Iglesia católica en diferentes aspectos de la ciudad y algunos conflictos de tierras entre prestigiosas familias caleñas y el municipio, sin dejar de lado temas cruciales como la esclavitud, la exclusión y la desigualdad que aún imperan en la autodenominada “sucursal del cielo”.
Curiosidades
Son 172 páginas de historias, personajes, curiosidades y anécdotas que, después de mucho tiempo de estar guardadas, hoy cobran vida en este libro gracias al Fondo Editorial de la Universidad Cooperativa de Colombia quienes decidieron apostarle a la publicación de ¡No me digás! Cali, su centro y sus vericuetos. Fue presentado en Bogotá en el Marco de la Feria Internacional del Libro.
La obra cuenta con imágenes del ilustrador Hache Holguín (hermano del autor), piezas con las que el texto se salpica de detalles, símbolos y colores que recuerdan de alguna manera lo popular y alegre de esta ciudad, así como un mapa con algunos lugares turísticos de Cali, su centro y sus vericuetos.