El mundo de la literatura está de luto | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Abril de 2015

El Premio Nobel de Alemania Günter Grass y uno de los más grandes pensadores de América Latina, Eduardo Galeano, murieron ayer por causas naturales

EL 13 de abril  será recordado como una de las fechas más tristes para el mundo de la literatura y erudición, pues dos de los más grandes de las letras contemporáneas se fueron sin previo aviso para el mundo, el  Premio Nobel de Alemania Günter Grass y Eduardo Galeano, referencia intelectual de la izquierda de América Latina.

Günter Grass

El Premio Nobel de Literatura Günter Grass, principal figura de la literatura contemporánea alemana y autor de la célebre novela El tambor de hojalata, falleció ayer a los 87 años, en el norte de Alemania, anunció su editorial, Steidl.

En su página web, junto a la mención "Günter Grass 1927-2015", la editorial publicó varias fotografías en blanco y negro del escritor, reconocible por su espeso bigote, sus gafas bajadas hasta media nariz y su inseparable pipa.

Hombre de izquierdas, polémico, que nunca cesó de confrontar a su país con su pasado nazi, Grass fue el escritor alemán de la segunda mitad del siglo XX más conocido en el extranjero.

"Con Günter Grass, el mundo de la literatura pierde a un autor de verbo elocuente y nuestra República a uno de sus ciudadanos más combativos", declaró el presidente de la Academia de las Artes de Berlín, Klaus Staeck.

Un verdadero gigante

El presidente alemán Joachim Gauck saludó la memoria de un escritor cuya obra, Espejo impresionante de nuestro país, "constituye una parte inmutable de su herencia artística y cultural".

También el presidente del partido socialdemócrata y vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, así como la ministra de Cultura, Monika Grütters, alabaron la figura del escritor. Por su parte, el autor británico Salman Rushdie dijo en Twitter que Grass era "un verdadero gigante, un inspirador, un amigo". 

"Toca el tambor por él, pequeño Oskar", escribió, en alusión al héroe de "El tambor de hojalata", un éxito planetario adaptado en 1978 al cine por Volker Schloendorff (Palma de Oro en Cannes y Óscar a la mejor película de habla no inglesa). 

"Éramos amigos y nos estimábamos", dijo la Premio Nobel húngara Imre Kertesz lamentando la muerte del escritor.

Entre sus obras, escritas en un lenguaje exuberante y sin embargo preciso, lleno de fantasía y de ironía, figuran El gato y el ratón, Años de perro, El diario de un caracol, El rodaballo, Encuentro en Telgte, Es cuento largo, La ratesa yMi siglo.

Eduardo Galeano

Eduardo Galeano, fallecido ayer a los 74 años de edad en Montevideo, era un periodista, cuentista y escritor uruguayo, un contador de historias que se trasnformó en referencia intelectual para la izquierda con su obra "Las venas abiertas de América Latina".

Eduardo Hughes Galeano había nacido el 3 de septiembre de 1940 en Montevideo y para escribir adoptó su apellido materno. Ensayista comprometido con las causas de la izquierda exploró a lo largo de su obra en las profundidades y los contrastes de América Latina.

"Las venas abiertas de América Latina" es su obra más emblemática, en la que denunció en 1971 la opresión y amargura del continente en medio de procesos dictatoriales a lo largo y ancho de la región. Traducido a una veintena de idiomas, el libro intenta -según palabras del propio Galeano- "explorar la historia para impulsar a hacerla".

Ese libro fue el regalo que le llevó el ahora fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a Barack Obama, en la Cumbre de las Américas de 2009 en Trinidad y Tobago, gesto que catapultó de nuevo las ventas. 

Pero con una muestra de autocrítica poco común, Galeano comentó hace un año en una rueda de prensa en Brasilia que "no sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado. Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital".

El escritor, cuya educación formal no superó el primer año de secundaria, afirmaba haber aprendido el arte de narrar en los viejos cafés de Montevideo, de los cuales era afecto y consuetudinario visitante.

"No tuve la suerte de conocer a Sherezade; no aprendí el arte de narrar en los palacios de Bagdad; mis universidades fueron los viejos cafés de Montevideo; los cuentacuentos anónimos me enseñaron lo que sé", dijo el autor en octubre de 2009 en Madrid.

"En los cafés descubrí que el pasado era presente y que la memoria podía ser contada de tal manera que dejara de ser ayer para convertirse en ahora", añadió entonces ese mago de las palabras, que cautivaba con sus letras y con su voz.