El “Reverso” de grandes pinturas en el Museo del Prado | El Nuevo Siglo
La exposición se inauguró en noviembre y permanecerá abierta hasta el 3 de marzo de 2024. / Fotos: AFP
Viernes, 8 de Diciembre de 2023
Redacción Cultura con AFP

Hasta el 3 de marzo de 2024, el Museo del Prado y la Fundación AXA emprenden un viaje que atraviesa la superficie brindando la contemplación de una fascinante realidad: la cara oculta de las obras de arte, su reverso.

Revelar la cara oculta de los cuadros es la promesa de "Reversos", la nueva exposición del Museo del Prado de Madrid, que permite asomarse al reverso de las pinturas.

"Las Meninas" de Velázquez es la obra más célebre del museo español y la que inspiró la exposición, con su autor apareciendo en ella, haciendo frente al espectador, de pie con su caballete, provocando un efecto espejo que alimentó mucho debate en el mundo de la pintura.

El público es recibido por una reproducción fiel del reverso de la obra, un enorme marco de madera de 3,6 m por 3,2 m colocado en el suelo, que intensifica la impresión de tamaño gigantesco del lienzo.

"Esta exposición no se limita a voltear los cuadros a ponerlos contra la pared", explicó el comisario de la exposición, Miguel Ángel Blanco.

Blanco inspeccionó durante siete años los fondos del museo madrileño y vio "la mayoría de los cuadros. Por delante y por detrás". A los cuadros del Prado se le añadieron 29 préstamos de otros museos y colecciones internacionales.

 

Entre ellos, un autorretrato de Vincent Van Gogh, expuesto por primera vez en el museo español, con su caballete en primer plano. La escena es similar a la de "El pintor en su estudio", de Rembrandt, que también se expone. Tiziano, Magritte, Goya y, más recientemente, Sophie Calle, completan la muestra.

Las obras pueden examinarse desde todos los ángulos, invitando al visitante a librarse a algo tan raro en un gran museo como es la indiscreción, y a descubrir trampantojos, garabatos ocultos o mensajes del artista.

En las salas con paredes totalmente negras, otras obras se exponen como joyas en vitrinas. Los cuadros se convierten en objetos para ser contemplados en su totalidad, sin más secretos.

Se trata de cambiar el punto de vista del espectador y llevarlo entre bambalinas de la creación artística y del museo, abrirle una "puerta dimensional hacia los secretos del arte", según Blanco.

La cara B

Varios de los cuadros revelan bocetos tachados, proyectos inacabados, mientras que el anverso está perfectamente ejecutado.

También está el bastidor original de uno de los cuadros más conocidos del mundo, el "Guernica" de Picasso, que se encontró hace dos años en los almacenes del MOMA de Nueva York.

"Descubrieron estos travesaños y vieron que había una etiqueta que pone 'Picasso-San Francisco', porque [el cuadro] viajó por 30 ciudades, fue clavado y desclavado 45 veces", explica el comisario sobre esta obra, que desde 1981 se encuentra en Madrid.

En el bastidor hay una pincelada negra, "la pincelada desconocida del 'Guernica', que se le escapó a Picasso", añade Blanco con entusiasmo.

Una obra del siglo XVIII, "Monja arrodillada", del sueco Martin van Meytens, provoca sonrisas: en el anverso aparece una monja rezando con rostro piadoso, pero cuando se le da la vuelta al cuadro se ve a la misma monja de espaldas con el trasero al aire.

Las pícaras instantáneas de Eliott Erwitt, uno de los fotógrafos de la agencia Magnum fallecido el pasado mes de marzo, inmortalizando a los espectadores del Prado, alegran la exposición.

En una de ellas, un grupo de hombres se agolpa ante un desnudo femenino, junto a un lienzo que muestra a una mujer vestida frente a la que se sitúa una única espectadora.

Pliegues, cortes y recortes

Las traseras esconden, en forma de recortes y pliegues, evidencias de operaciones de conservación o de adaptación de las pinturas a nuevas ubicaciones. Las tablas de madera rajadas se “cosen”. Lo mismo cabe decir, y así lo subraya la resonancia visual que introduce el cuadro de Pablo Palazuelo, de los dobleces y recortes guardados al dorso de los frescos de Francesco Albani para las pechinas de la iglesia romana de Santiago de los Españoles, producto de la recuperación de su original forma oval a partir de los lienzos rectangulares a los que se trasfirieron cuando fueron arrancados.

Al dar la vuelta a un cartón para tapiz de Zacarías González Velázquez se descubre una franja de pintura que se plegó en algún momento sobre el bastidor para encajar la obra en un lugar más estrecho. Lo contrario se hizo en otro modelo para tapiz, en este caso de Rubens: añadir a la tabla, por sus cuatro lados, un engatillado con ornatos arquitectónicos que se retiró hace poco y ahora enmarca la ausencia de la imagen.

De este modo, las traseras revelan el ecosistema del museo: por doquier madera, fibras vegetales, hierro, aceites, resinas, biodeterioro, pero también materiales inusuales, todos del reino natural, que los pintores usan a menudo propiciando su interacción con la imagen.