POR SU “carácter luminoso de su poesía, incluso cuando aborda temas arduos como el desamor, la guerra, la pérdida o el duelo”, la poeta colombiana Piedad Bonett ganó, ayer, en España el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, considerado el más prestigioso galardón de este género en español y portugués.
Según señalaron en un comunicado la Universidad de Salamanca y la institución pública Patrimonio Nacional, la escritora y dramaturga de 73 años, es “una voz actual de referencia en la poesía iberoamericana con un trato elaborado del lenguaje que le permite acercarse a la experiencia vital con profundidad y belleza”, señaló la gerente de Patrimonio Nacional, María Dolores Menéndez.
Bonett es autora de ocho libros de poemas, entre ellos “De círculo y ceniza”, “Ese animal triste” y “Explicaciones no pedidas”, también ha escrito novelas, como “Siempre fue invierno”, y obras de teatro, como “Sanseacabó”.
Este premio, que se otorga desde 1992. Se recuerda que, en el 2023, la nicaragüense Gioconda Belli se alzó con el galardón, que en el pasado ha recaído en poetas como el uruguayo Mario Benedetti, el colombiano Álvaro Mutis, el chileno Nicanor Parra, el nicaragüense Ernesto Cardenal y el venezolano Rafael Cadenas.
Valor literario
El objetivo del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana es reconocer el conjunto de la obra de un autor vivo que, por su valor literario, constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de España e Iberoamérica.
Este mismo jueves se ha celebrado en el Auditorio de la Galería de las Colecciones Reales del Palacio Real una velada poética para homenajear a la anterior galardonada. Los asistentes han disfrutado de un recital poético protagonizado por Gioconda Belli, Raquel Lanseros, Antonio Lucas, Yolanda Castaño y Luis García Montero.
Bonnet es una mujer que ha podido plasmar sus más profundos sentimientos, dolorosos y fervorosos, en cada uno de sus escritos. No le gusta la literatura estridente; prefiere la frase desnuda, caracterizada por buscar la médula emocional sin caer en lo ridículo, sin tanta pirotecnia. En definitiva, esa sensibilidad en la sobriedad de la palabra es lo que la caracteriza como una de las poetas hispanohablantes más destacadas del siglo XXI.
“No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos. La forma que el tiempo encuentra de que nunca olvidemos las heridas”; esta es una de las estrofas de la escritora nacida en Amalfi (Antioquia).
Sin duda, emoción, valentía, humildad y rebeldía transmiten sus poemas. Entre sus obras más reconocidas están “Nadie en casa”, “El hilo de los días”, “Ese animal triste”, “Todos los amantes son guerreros”, “Lo demás es silencio”, “Las herencias” y “Explicaciones no pedidas”, libro por el que obtuvo el XI Premio Casa de América de Poesía Iberoamericana en 2011.
La sensibilidad de Bonett
Hace un poco más de 30 años Piedad Bonnett empezó a compartir su mundo a través de nueve poemarios, seis novelas y cinco obras de teatro donde se aplica una frase de Hipócrates rescatada en “Donde nadie me espere”: “La vida es breve y el arte largo. La ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa; el juicio, difícil”.
El universo literario de la escritora ha estado cargado de vulnerabilidad, soledad, dolor y, a su vez, felicidad y amor. Toda su vivencia le ha servido para crear versos y prosas que hacen que sus personajes cobren vida y transmitan emociones. “La poesía es tan diversa. Uno escribe con el impulso de su propia experiencia, el tiempo va pasando y lo va poniendo de frente a ciertos temas, por ejemplo, si la vida me aproxima más a la muerte, pues se habla de la muerte; si se pierde un hijo, como lo perdí yo, se habla de eso. Este género está lleno de lo que hay alrededor y uno como escritor va tomando del mundo exterior para crear y escribir”, refiere Bonnet, quien manifiesta que en el caso de la conquista las mujeres tienen mucha más libertad; “tienen el recurso de la palabra, compartir la intimidad, sus emociones y sus miedos”.