“La Siempreviva”: tragedia, metáfora y realidad en el Delia | El Nuevo Siglo
Una obra estremecedora que narra con poesía, humor e ironía la realidad del país en 1985. / Fotos Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella
Domingo, 31 de Marzo de 2024
Redacción Cultura

Este mes llega al Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella “La Siempreviva”, estrenada por primera vez en 1994, siendo una de las obras más emblemáticas del teatro colombiano. Después de más de tres décadas, se presenta con su elenco original y una nueva propuesta escenográfica que transparenta el virtuosismo de su puesta en escena.

Carmenza Gómez, Lorena López, Alfonso Ortiz, Jenny Caballero, Pablo Rubiano, Gilberto Ramírez y Eduardo Castro revivirán la desgarradora historia de una joven desaparecida en la tragedia del Palacio de Justicia y los devastadores efectos que produce su desaparición entre los habitantes de un inquilinato del barrio La Candelaria. Una obra estremecedora que narra con poesía, humor e ironía la realidad del país en 1985.

Julieta Marín, una joven estudiante de derecho que trabaja para costearse sus estudios como cajera en la cafetería del Palacio de Justicia, jamás apareció entre los sobrevivientes y los muertos de la toma. La desaparición desencadena el caos, los temores y represiones de los inquilinos de la casa: Sergio, un mesero con dotes de payaso, y Victoria, su mujer, quienes conforman el nudo pasional de la historia, Carlos, un usurero que negocia con la desesperación de los demás, Humberto, un joven confundido que no logra superar su falta de madurez,  y Lucía, la madre, dueña de la casa, una mujer que cae en las redes de la locura desde la desaparición de su hija, se convierten en víctimas de una guerra ajena y propia a la vez. Le dan color a la bandera del país personificando los imaginarios de cualquier colombiano que se enfrenta a los conflictos políticos y que no necesariamente es consciente de ellos, que vive sus anhelos y sus frustraciones en medio de los turbulentos cambios sociales de la época. 

“La Siempreviva” destaca el papel de la casualidad, de lo absurdo e irracional, cuando Julieta, quien sin querer está en el lugar y la hora equivocados, queda atrapada y se convierte en una víctima más. También permite al espectador convertirse en constructor de una nueva historia. Golpeando lo más profundo de la conciencia, la obra acomoda los hechos mediante el uso de noticieros radiales y otros recursos ingeniosos, demostrativos de la frescura, humor y sobre todo verosimilitud del montaje.

Orígenes

El director de teatro Miguel Torres, tras una amplia, sentida y profunda investigación sobre lo ocurrido esos 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando la guerrilla del M-19 entró en el edificio y tomó como rehenes a sus ocupantes, logró plasmar en una creación dramatúrgica la manera como la ciudadanía vivió este episodio desde una cotidianidad atravesada por la violencia.

Inspirándose en el cuento “La casa”, del libro "Los oficios del hambre", escrito por el mismo Torres, el dramaturgo buscó una vez más pasar los grandes relatos de la historia reciente por personajes que se sintiera cerca. Para lograrlo, fueron dos años de una docena de versiones alimentadas por artículos periodísticos, libros, material de archivo, entrevistas, y de conversaciones con personajes como Ramón Jimeno, escritor del libro "Noche de lobos", sobre el mismo suceso, y Eduardo Umaña Mendoza, abogado de los familiares de los desaparecidos del Palacio de Justicia.

Gracias a este último, Miguel Torres se contactó con la familia Guarín. Su testimonio lo conmovió profundamente y nutrió además a Julieta Marín. Con la historia del personaje de Cristina del Pilar Guarín Cortés –una de las mujeres desaparecidas del Palacio de Justicia–, el director logró terminar de conectar su trabajo con la indignación de un país, con la necesidad instintiva de justicia y con la búsqueda por el esclarecimiento de la verdad. “La Siempreviva” inmortalizó a Cristina y a través de su figura el cruento drama de la desaparición forzada en Colombia.

“No me propuse contar la vida de Cristina, pues ya había escrito la obra prácticamente. Tenía, eso sí, algunos vacíos dramatúrgicos, entre ellos a Julieta Marín: un personaje de ficción que trabajaba en el Palacio de Justicia, en la cafetería. Entonces apareció la presencia maravillosa de Eduardo Umaña Mendoza. Gracias a él fui a visitar a la familia Guarín, hablé con doña Elsa y con don José, los padres. Ellos me llevaron al cuarto de Cristina y me dejaron ver desde afuera cómo lo dejó ella ese día de noviembre”, cuenta Torres. Así, Cristina del Pilar se metió en la piel de Julieta.

Una puesta icónica

La historia que narra Torres, transcurre entre junio de 1985 y noviembre de 1986. El argumento no parte, sin embargo, de la toma y la retoma, sino que dicho acontecimiento “irrumpe” en una historia que se desarrolla, con situaciones, personajes y conflictos paralelos, dentro de una casa del barrio La Candelaria en Bogotá. Precisamente, la cotidianidad inicial, trabajada con humor e ironía, se va transformando en el drama individual de cada inquilino y, principalmente, en el drama de una madre desesperada que lucha con todas sus fuerzas por recuperar a su hija, hasta acabar devorada por el infierno de la locura.

Para Lorena López, actriz de la obra que interpreta a Julieta Marín, el trabajo de Torres es muy riguroso: “Usualmente pasa un tiempo largo para poder ver lo que sucedió realmente, pero aquí fueron nueve años. Nueve años y Miguel ya estaba investigando y, con mucha seriedad, dándole una salida artística, expresiva y creativa a esta historia”.

Ya van treinta años desde que esta puesta en escena vio la luz por primera vez. Tres décadas de acercar al espectador a una realidad que, con el tiempo, se ha ido reafirmando y verificando judicialmente. Para Torres, “el Estado puso una cobija negra encima de eso y no ha dejado que nadie se asome, pero la fuerza del público, de la gente, de las víctimas, va a ser que por fin todo se destape y podamos ver a los culpables en un juicio y, sobre todo, la verdad de lo ocurrido”.

Además, es una pieza que ha traspasado formatos. En el año 2010, la editorial colombiana Tragaluz publicó una versión del libreto y en 2015 fue llevada al cine por el director Klych López. También ha cruzado fronteras. “La última vez en Buenos Aires, Argentina, nos recibieron las abuelas de la Plaza de Mayo. Fue conmovedor y fuerte. Nos decían las abuelas: ‘la historia en Latinoamérica es igual en todas partes’”, recuerda Pablo Rubiano, actor que encarna en la obra a Humberto, hermano de Julieta.

Después de más de 1.000 presentaciones, “La Siempreviva” llega al Delia con su elenco original. Serán seis funciones en la Sala Delia Zapata a las 7:30 pm.

 

RECUADRO

TEATRO

Del 9 al 13 de abril: 7:30 p.m.

14 de abril: 3:00 p.m.

Sala Delia Zapata

 

DESTACADO: Esta será una oportunidad para escarbar en la memoria, para sentirla y vivirla. Un momento para reflejar y conmoverse con un pasado que sigue moldeando el presente