Piotr Bezcala: un tenor polaco con tesitura en Teatro Mayor | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Teatro Mayor - Juan Diego Castillo
Viernes, 6 de Mayo de 2022
Emilio Sanmiguel

MALA política desconocer la realidad. La verdad monda y lironda es que el tenor polaco Piotr Beczała salió por la puerta grande la noche de su recital en el Teatro Mayor el pasado sábado 30 de abril. Eso se presentía. Porque el auditorio lo recibió con una inusual salva de aplausos no bien apareció en el escenario, acompañado de su pianista, el alemán Camillo Radicke. No logró el lleno completo de la sala, casi lo consigue. Pero los presentes deliraron de placer.

Para entender el fenómeno, hay que recordar que se trata de uno de los tenores más frecuentes en el elenco de la Metropolitan de Nueva York y, con las retransmisiones en directo, que aparentemente se reanudarán en el transcurso del año, pues aquí el público está, sin duda, familiarizado con él.

De manera pues que, en materia de aplausos, hasta una ovación de pies antes del final, el Mayor acertó presentando en su escenario al divo de 56 años; hoy por hoy, es una de las grandes voces de su cuerda en el planeta.

Necio no reconocer que se trata de un profesional de lo suyo en toda la extensión de la palabra. Esto explica su presencia en primeros teatros del mundo -no sólo la Metropolitan- hasta la Colina sagrada de Bayreuth. Porque sí, la suya es voz legítima de tenor; en lo lírico es donde el instrumento está más a sus anchas, con algo de audacia pudo desbordar su repertorio natural y acercarse a roles de más enjundia, entre otras gracias a una evidente facilidad en lo más agudo de su tesitura y a una respiración que no le planteó límites en los cacareados 2.600 metros más cerca de las estrellas.

Beczała supo doblegar a su antojo a un público entregado que lo ovacionó la noche del sábado. Eso forma parte de la profesión y tiene que ver con la conexión que pudo establecer con un auditorio que lo aplaudió incesantemente luego de cada una de las arias y canciones del programa. Flotaba en la atmósfera que ordenaba con su mirada hasta la intensidad del aplauso y, el auditorio, encantado, lo obedecía. Sí, también de eso se trata la carrera.

Lo que aparentemente tuvo sin cuidado a sus admiradores fue la clase de programa que interpretó, una selección indiscriminada de arias de ópera mezcladas con canciones napolitanas sin un propósito aparente, ni estilístico, ni cronológico ni nada: todo al azar.

Primero un par de arias procedentes del Ballo in maschera verdiano, enseguida la Mattinata de Leoncavallo seguida de dos del Trovatore de Verdi, para continuar con 3 canciones de Tosti y cerrar la primera parte con un aria de La mansión embrujada de Moniuszko, su compatriota.

Misma mezcla confusa en la segunda parte: 3 canciones de Donaudy y 3 de Rachmaninov, luego el aria de Lenski del Onegin de Tchaikovsky, la de Romeo de Romeo y Julieta de Gounod y, para rematar el potpurrí, las dos de Cavaradossi de la Tosca de Puccini, curiosamente primero El lucevan le stelle que fue la ovacionada de pies y Recondita armonía, ovacionada hasta el delirio.

Vaya y venga el potpurrí si artísticamente hubiese acontecido algo excepcional. Pero no. Beczała interpretó todo de la misma forma, la misma manera para resolver Tosti, que Verdi, Rachmaninov o Puccini: impecable, correcto, generosísimo en los agudos, pero lejos de la legítima profundidad del gran arte. 

Como el público estuvo tan cerca del paroxismo, vinieron los encores, que fueron dos: primero Core ‘ngrato de Cardillo y de despedida, sorprendentemente, un Lied de Strauss, Zueinung, que recorrió como si de un aria italiana se tratara.

Piotr Beczała es, hoy por hoy, uno de los primeros tenores del mundo, advirtiendo que a una distancia sideral del primo tenore, Jonas Kaufmann. Es verdad que ocupa un lugar importante en la trayectoria tenoril de Polonia, pero, artísticamente no a la altura de sus compatriotas, Jan Kiepura o Jean de Rezke, de quien se dice, fue el más grande de todos los tiempos.

Pero, al cesar lo que es del cesar: todo un profesional y el público lo ovacionó delirante.