Teatro argentino triunfa en Aviñón | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Julio de 2015

Una obra de Mariano Pensotti que pone al desnudo cómo los mitos personales o familiares manipulan nuestra identidad completó con gran despliegue de humor porteño la participación del floreciente teatro independiente argentino en el Festival de Aviñón.

"Cuando vuelva a casa voy a ser otro" fue muy aplaudida el sábado por un público aviñonés que abucheó en cambio sin miramientos obras de artistas consagrados como el coreógrafo Angelin Preljocaj o un "Rey Lear" de Shakespeare puesta en escena por el francés que dirige el Festival, Olivier Py.   

La obra de Mariano Pensotti fue la última en estrenarse de las tres argentinas incluidas este año en el programa oficial, junto con "El síndrome" de Sergio Boris y "Dínamo" de Claudio Tolcachir.

En lo que describe como un "museo arqueológico de las identidades", Pensotti, un admirador de la Comedia Humana de Balzac, hace desfilar a los personajes sobre un escenario con dos cintas transportadoras paralelas para exponer sus deseos, ambiciones y frustraciones.

Alfredo ve reaparecer objetos del revolucionario que fue décadas atrás. Su hijo Manuel es director de teatro, Natalia es cantante con veleidades de estrella y Damián aspira a ser político.

De principio a fin ocurren hechos inesperados y situaciones tragicómicas que ponen a prueba la idea que cada personaje se hace de sí mismo.

"Uno está permanentemente construyendo su identidad y afianzándola a través de ficciones, porque modifica o transforma su propio pasado cada vez que lo cuenta", dijo Pensotti a la AFP.

Pero esos mitos personales pueden darse vuelta contra los interesados. "Hay una especie de prisión en la identidad, la imposibilidad de ser muchos", explica el director.

 

     - El pasado en el jardín -

 

La obra nació a partir de un hecho real. El padre del autor, un ex revolucionario que había enterrado en el jardín objetos comprometedores por temor a un allanamiento policial durante la dictadura, volvió a encontrarlos décadas después y se vio confrontado a aquel pasado muy diferente a su realidad presente.

"Yo en aquel momento estaba trabajando en un proyecto sobre la idea del doble, del ser otro" relata el director de 42 años. "Una de las cosas que a mí me interesan es cómo uno cambia el relato de su vida a lo largo del tiempo, cómo uno inventa o transforma su propio pasado".    

Aclara que "no es una obra sobre la dictadura ni sobre el pasado, sino sobre cómo éste proyecta una sombra en el presente y cómo los mitos familiares y personales afectan nuestra identidad".

La obra de Pensotti --que se estrenará en Buenos Aires en septiembre y luego seguirá de gira por Europa-- es una permanente caja de sorpresas. Y un eficaz antídoto contra la nostalgia, el mal rioplatense por excelencia pero que también cunde por otras latitudes. Sobre su cinta transportadora desfilan un récord de ocurrencias por segundo, en una desopilante superposición de planos espaciales, temporales y a veces hasta de diálogos.

"Me interesa robar ideas o procedimientos del cine y usarlas de una forma muy teatral", dice Pensotti. Cuando era más joven, optó por las tablas porque hacer cine no estaba al alcance de su bolsillo. El teatro ganó un dramaturgo genial y el cine, por ahora, puede esperar.

 

   - Teatralidad visual y corporal -

 

A frente de su compañía Grupo Marea, nacida en las turbulentas aguas de la crisis que hicieron zozobrar a la Argentina a principios de siglo, Pensotti es hoy una de las figuras más destacadas del teatro experimental mundial.

Obras como "Cineastas", "El pasado es un animal grotesco", o "Sometimes I think I can see you" fueron aclamadas de Los Ángeles a Bruselas. Y este argentino morocho y longilíneo ya está escribiendo otra para el teatro HAU de Berlín, inspirada en acontecimientos de la revolución rusa. 

Al frente de Timbre 4, otra compañía independiente que también floreció en la crisis del 2001, Claudio Tolcachir trajo por su parte "Dínamo", obra también muy visual y corporal, en la que el exitoso director de 40 años redujo el texto un mínimo.

Explora la soledad humana de tres mujeres marginales que conviven en una casa rodante. La temática cuadró perfectamente con la voluntad del Festival de que su 69ª edición reflexione sobre la relación con el otro, con lo diferente.

Sin la excelente calidad de actores de que dispusieron sus dos compatriotas, Sergio Boris aceptó trabajar con alumnos de la escuela de teatro de Bordeaux para montar "El síndrome", sobre un grupo de estudiantes franceses instalados en Buenos Aires y que terminan olvidando su identidad gala.

"La escena argentina es muy diversa y dinámica pero pobre, no estamos subvencionados" deplora Boris, cuya obra "Viejo, solo y puto" triunfó en Francia, Bélgica y España. "Pero la pobreza de recursos también es estimulante", agregó.

Un cuarto director argentino, no seleccionado entre las 40 obras del programa oficial, apareció entre las 1.300 presentadas en el "off" de Aviñón: Jorge Lavelli, monstruo sagrado del teatro occidental del siglo XX radicado en París, montó a los 83 años "No lo esperábamos" del sueco Stig Larsson, bien recibida por el público.