Un chino explora el arte extremo | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Mayo de 2014

Basta con una ojeada a sus "obras", como un collar hecho con una de sus costillas, para darse cuenta de que He Yunchang es el artista chino más radical, original y masoquista. Pero él sólo se ha fijado un límite: seguir vivo.

 

Nunca se acuesta antes del alba. Por la noche recibe a sus invitados en su casa taller de Caochangdi, un barrio de Pekín conocido por las galerías vanguardistas.

De mediana estatura pero musculoso, He Yunchang lleva la cabeza completamente rapada, salvo una mecha a la altura de su oreja izquierda. Su piel está surcada por cicatrices.

De apariencia tímida, sirve té a sus visitantes en medio del silencio roto por los maullidos de sus gatos que lo persiguen.

"Si vale la pena, paso mi seguridad a un segundo plano. Pero conservo las cosas bajo control, es crucial que no me mate", confiesa con voz ronca acentuada por 120 cigarrillos diarios.

El ambiente se crispa cuando He Yunchang se pone su famoso collar de oro macizo, engastado con un hueso de 23 cm de largo: una de sus propias costillas.

 

Sin ningún motivo médico, el artista se sometió a una operación quirúrgica el 8 de agosto de 2008, una fecha que no fue elegida al azar, ya que ese día se inauguraban en Pekín los Juegos Olímpicos.

El absurdo, la desnudez, la sangre, los golpes, las suturas, pero también la poesía, lo íntimo y las paradojas forman el universo de He.

 

Este creador polivalente -escultor, fotógrafo, pintor- expone sus obras desde Europa a las Américas, pasando por Australia.

Casado y padre de un hijo, se hizo famoso a golpe de happenings coloreados con hemoglobina.

- "Un metro de democracia" -

Como un buen día de octubre de 2010 en el que reunió 25 personas para una votación en la que se decidía si se iba a someter a un corte desde la clavícula hasta el muslo. La incisión es votada por 12 votos contra 10 y 3 abstenciones.

La obra bautizada "Un metro de democracia" se declina en fotos y un vídeo que se pueden ver en la zona de arte contemporáneo 798 en Pekín.

Infligiéndose heridas, He quiere "insuflar más potencia" a sus obras. "Quiero transmitir el mensaje de que estoy dispuesto a pagar un precio alto para mostrar mi preocupación por el mundo".

He Yunchang también es adepto a las obras brutas y efímeras, absurdas y poéticas.

Una vez se colgó de una grúa con un cuchillo en una mano encima de un río para intentar "separar el torrente en dos partes".

En otra ocasión recogió una piedra en una playa de Inglaterra y la transportó durante 112 días, o sea 3.500 km a pie, antes de volverla a colocar en el mismo sitio.

Para Judith Neilson, fundadora en Sídney de la galería White Rabbit, especializada en los nuevos artistas chinos, "He Yunchang es un alquimista del dolor".

"Ver sus sufrimientos suscita una gama de reacciones intensas", explica a la AFP. "He Yunchang piensa que el dolor y el malestar extremo, sufridos de forma voluntaria, tienen una dimensión trascendental, que convierte una simple acción en una obra de arte".

El artista incomoda cuando engulle vasos llenos de agua marina, daña sus ojos delante de un muro de bombillas, se hace encerrar en un cubo de cemento o se quema la ropa a ras de la piel.

Según Neilson, "desempeña un papel crítico silencioso en la sociedad china contemporánea, en la que la gente soporta todo tipo de sufrimientos en nombre del dinero, justo porque consideran que este dinero les protegerá".

- Desnudo en las cataratas del Niágara -

He Yunchang da testimonio de la increíble vitalidad artística actual en China, pese a la censura.

El artista disidente más conocido es Ai Weiwei, al que He Yunchang aprecia.

"El trabajo de He Yunchang es una mezcla de juego, de historia personal, de mensaje político y de romance poético", comenta a la AFP Ai Weiwei. "Con su obra intenta captar la vida en ruinas", añade.

Pero al contrario de Ai ha conseguido por ahora mantener alejada a la policía. "No me meto en líos", dice.

Sin embargo en el extranjero tuvo algunos problemas sin importancia con las autoridades. Como en el verano de 2005, cuando intentó permanecer desnudo, en medio de un frío glacial, en una roca de las cataratas del Niágara.

En su último experimento, He Yunchang pintó las uñas de diez modelos con su propia sangre.