Cierre de ensueño en Yokohoma de los Juegos Olímpicos de Tokio | El Nuevo Siglo
TERMINARON los Juegos Olímpicos de Tokio sin público pero con una fastuosa ceremonia en Yokohama y ahora a pensar en París 2024.
/Juegos Olímpicos
Domingo, 8 de Agosto de 2021
Redacción Deportes

Alejandro Munévar

Especial para EL NUEVO SIGLO

YOKOHAMA. Han pasado 19 años desde que en el Estadio Nacional de Yokohama Brasil se coronó campeón del mundo, lo hizo en 2002. Esa noche, la selección dirigida por Luiz Felipe Solari derrotó a la Alemania comandada por Oliver Khan, los goles fueron del que para mí es el jugador más grande e importante de este siglo Ronaldo Luiz Nazario de Lima, o como lo conocen en estos tiempos: Ronaldo el ‘Gordo’.

Qué equivocados están los que le pusieron ese remoquete al más grande jugador de fútbol de este siglo, lo que pasa es que los jóvenes están demasiado jóvenes y no alcanzan a dimensionar lo que hacía Ronny con 100 kilos y media rodilla. El internet y las redes sociales no les dan para encontrar las jugadas de ensueño, las filigranas, sus bicicletas. Dice el dicho "el que no ha visto a Dios a cualquier santo le reza" y aquí calza perfecto, sin embargo, este relato no tiene nada que ver con los nuevos ídolos y aquellos de la década del 2000.

Vuelvo a la noche del 2002, era la final del mundial de fútbol, el primero disputado en territorio asiático, Brasil tenía una banda temible por donde la vieran, el menos destacado era el arquero Marcos que jugó lesionado ese partido con una fractura pero malo y todo le ganó la titular a Dida y a Rogeiro Cenni. Estaba también en esa nómina un joven Kaka, que nunca llegó a jugar un solo minuto en la Copa, de hecho iba a ingresar en el partido contra Alemania pero el tiempo no alcanzó. Los otros jugadores hoy día valdría cada uno al menos unos 200 millones de dólares: Cafú, Roberto Carlos, Roque Junior, Lucio, Rivaldo, Ronaldhino, Ronaldo solo por mencionar algunos.

Entonces tenía yo 10 años, me emocionaba viendo a estas figuras en televisión. Eran tiempos en donde los medios decían con orgullo: Oscar Julián Ruiz es Colombia en el mundial porque en aquel entonces sufríamos de la “década de la decadencia” de nuestro fútbol, si bien se ganó la Copa América de 2001 se dejó de ir a dos mundiales y nuestras pírricas victorias eran que el árbitro más representativo de Colombia estuviera en el mundial.

Madrugaba de más para ver a Brasil, entonces mi sueño era poder verlos jugar en vivo y en directo, añoraba poder estar en el estadio. Leía con atención las crónicas e historias que llegaban en El Nuevo Siglo desde Corea y Japón. Añoraba estar allí, pero repito tenía 10 años y poca noción de que un día podría estar en ese estadio. Simplemente en mi cabeza, en mi imaginario, estaba ver a Brasil en Japón.



Hoy, 19 años después, recordé aquella mañana de sábado en que Brasil se coronaba pentacampeón y yo soñaba con estar allí. Bueno, para no hacerlo muy largo, cuando por fin se concretó el viaje a los olímpicos, programé todo para poder el día 7 de agosto estar en Yokohama.

Claro la ausencia de público hizo el momento un poco más raro, no sé si especial. Es que no hay nada más triste en el mundo del deporte que un estadio vacío, por momentos se vuelve interesante escuchar lo que dicen los jugadores en el campo, sentir el golpe del balón con el guayo, los gritos desesperados de los jugadores cuando la pelota se acerca al arco propio.

Pero aún y con todo lo que se puede volver emocionante el fútbol así, hace falta el público y la emoción que este transmite al partido.

Está claro que nunca se podrá retroceder el tiempo y volver al 2002 para ver en su máxima expresión a la selección pentacampeona. No voy a ver a Ronaldo, ni a Rivaldo, pero estoy en Yokohama, viendo a Brasil con Dani Alves enfrentando una final olímpica contra España.

Ese sueño que con 10 años se veía imposible hoy es una realidad, aunque falte el público, los fuegos pirotécnicos y los grandes jugadores. El fútbol sigue siendo el mismo, la emoción también y lo más importante el sueño se cumplió.

Ahora, a esperar que la llama olímpica vuelva a arder camino a París en 2024.