Más de dos décadas después de su aparición en el circuito ATP, Rafael Nadal está listo para iniciar la que muy probablemente sea la última temporada de una carrera fabulosa, esperando que su maltrecho cuerpo le permita decir adiós a los aficionados en las pistas de todo el mundo.
A sus 37 años, el tenista español volverá al circuito a partir del domingo en el torneo de Brisbane, casi un año después de haber disputado su último encuentro oficial, la segunda ronda del Abierto de Australia, donde inició un periodo en el que acumuló lesiones que lo llevaron incluso a plantearse una retirada precipitada.
Pero un 'animal competitivo' como Nadal no es de los que se rinden fácilmente y en los últimos meses ha trabajado duro para volver y poder decir adiós en las canchas, si bien ni él mismo sabe hasta dónde aguantará su cuerpo tras la multitud de lesiones que han marcado también su exitosa carrera.
"Probablemente" su último año
"Creo que no me merezco finalizar así. Por esto hago un último esfuerzo, para que mi final no sea aquí, en una conferencia de prensa. Mi ambición es intentar darme la oportunidad de disfrutar del próximo año, que será probablemente el último en el circuito", declaró en mayo pasado cuando anunció que no competiría más en 2023.
Si este combate contra sí mismo le llevó a conquistar 22 títulos del Grand Slam, además de otros muchos, y a ganarse la admiración y respeto de aficionados y rivales, su estilo de juego, brutal y siempre al límite, le ha provocado problemas físicos en el pie, las rodillas, las muñecas y la cadera, de la que se operó en dos ocasiones en 2023.
"Creo que estoy listo para volver, no sé a qué nivel, no sé qué se puede esperar, no tengo ni idea, pero tampoco me importa", declaró a comienzos de diciembre un Nadal que aspira a "divertirse de nuevo" en una pista... y a algo más: "Creo que seré competitivo", advirtió.
"No ha sido un camino de rosas"
Su entrenador Carlos Moyà explicó en la web de la ATP hace una semana las dificultades que atravesó Nadal para poder regresar al circuito tras someterse a la operación de cadera: "Entrar al quirófano es el último clavo ardiendo al que te agarras para intentar volver y retirarte en la pista. Sabiendo esos riesgos, lo ha intentado porque era la única manera que tenía si quería volver".
"No ha sido un camino de rosas, ni mucho menos. Ha sido un camino bastante virado y tortuoso, con muchas curvas", añadió.
Esta voluntad inquebrantable ha sido la misma que le hizo conquistar 92 torneos desde que se hizo profesional en 2001, entre ellos 14 Roland Garros, el torneo en el que cimentó su leyenda y en el que solo ha perdido tres partidos de los 115 disputados en la tierra parisina. Además sumó cuatro US Open, dos Wimbledon y dos títulos en el Abierto de Australia.
Su garra, su fuerza mental, su capacidad de lucha y su derecha demoledora han hecho de él uno de los tenistas más grandes de la historia, algo que contrasta con su modestia y su tranquilidad fuera de las pistas.
"Convencido" de que será competitivo
Pero Nadal tendrá probablemente que economizar toda esa energía si quiere alargar su carrera un poco más, aunque Moyà admite que "no es fácil".
"Por mucho que se lo intentamos meter en la cabeza y hacérselo ver, él cuando entra a pista es un animal competitivo. Gran parte de mi trabajo y del equipo ha sido pararle. Pararle en cuanto a carga de entrenamiento, pararle en cuanto a horas de trabajo, a intensidad".
Para preparar su regreso, Nadal se estuvo entrenando en su Academia en Kuwait, esperando encontrar allí la temperatura y las condiciones a las que se enfrentará en Australia.
Allá se entrenó con el joven francés Arthur Fils y el propio Moyà reconoció que está "mucho mejor de lo que él se podía esperar".
"Rafa llegó allí pensando que no iba a ser competitivo, que no iba a estar a la altura y sale convencido de que puede ser que sí".
Sus rivales están advertidos. Rafa está de vuelta.