La checa Marketa Vondrousova, exnúmero uno mundial júnior y finalista de Roland Garros con 19 años, se coronó campeona de Grand Slam en la superficie más improbable para ella, la hierba de Wimbledon, donde su juego de zurda hizo maravillas.
Por estas fechas en 2022, con la muñeca izquierda escayolada tras una segunda operación en tres años, viajó a Londres con su hermana para apoyar a Miriam Kolodziejova, su compañera de dobles y mejor amiga, que jugaba la fase previa clasificatoria para Wimbledon.
Se quedaron una semana para ver la ciudad. "Subimos al London Eye (la noria panorámica situada frente al Big Ben). Fuimos de compras y también comimos en buenos restaurantes", explicó Vondrousova.
Pese a que ella misma había participado cuatro veces en el Grand Slam sobre hierba, solo en una ocasión pasó la primera ronda, así que este año llegó mostrando una ambición moderada.
Pero esta medallista de plata olímpica en 2020 demostró que no vino a Wimbledon a hacer turismo y se impuso con contundencia a Veronika Kudermetova, a Donna Vekic, Jessica Pegula y en semifinales a Elina Svitolina.
"Inteligencia tenística"
En la final, se impuso a la tunecina Ons Jabeur, que encajó cuya tercera derrota en esta fase de un Grand Slam tras perder el año pasado contra la kazaja Elena Rybakina en Wimbledon y la polaca Iga Swiatek en el Abierto de Estados Unidos.
"No me sorprende que tenga otra buena racha en un gran torneo, porque es una superjugadora", dijo de Vondrousova antes de la final el exnúmero uno del mundo sueco Mats Wilander, en declaraciones a Eurosport.
"No tiene la potencia de algunas de las mejores jugadoras del mundo, ni mucho menos, pero en términos de finura, de inteligencia tenística y de anticipación, es absolutamente brillante", añadió.
Detrás de Petra Kvitova y Barbora Krejcikova, las líderes de un tenis femenino checo que cuenta con nueve jugadoras entre las 53 mejores del mundo, Vondrousova vuelve a brillar.
En 2019, alcanzó el puesto 14 de la clasificación WTA antes de que recurrentes problemas físicos la hicieran retroceder hasta 99 el pasado noviembre, cuando por fin pudo volver a competir.
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Una apuesta ganadora con su entrenador
Fue abandonada por su proveedor de equipamiento Nike en enero -junto a otras jugadoras- y aún no ha encontrado patrocinador. Pero su victoria en Londres debería remediarlo pronto.
Sobre todo porque Vondrousova tiene estilo. En Wimbledon, el templo de la pureza donde todo el mundo viste de blanco, sus múltiples tatuajes en los brazos llamaron la atención.
El hada campanilla de Peter Pan, un tulipán, los anillos olímpicos, la frase "sin lluvia no hay flores", amuletos de la buena suerte como el número 13 o el "777" (la combinación ganadora de las máquinas tragaperras)... admite haber perdido la cuenta de sus tatuajes, desde que se hizo el primero el día que cumplió 16 años.
"Para mí también es también una forma de arte y me encanta la gente que me los hace", aseguró.
De hecho, se había apostado con su entrenador, Jan Mertl, que si ganaba un torneo de Grand Slam, también él tendría que pasar por la aguja del tatuador.
Sin duda, Vondrousova podrá darle unas cuantas direcciones de salones.
Después de ser la primera finalista no cabeza de serie en Wimbledon desde Billie Jean King en 1968, Vondrousova, 42ª en la clasificación de la WTA al comienzo del torneo, se convierte también en la ganadora con la clasificación más baja de la historia, por delante de Venus Williams, 31ª cuando venció a Marion Bartoli en 2007.
Pero cuando el lunes se publique la nueva clasificación, debería estar cerca del puesto más alto de su carrera, en torno al 16. Es decir, en el lugar que le corresponde.