Entramos en la recta final de 2018 y nos toca empezar a calentar motores para decidir quién será el deportista del año. Sin saber qué piensan los editores de las páginas deportivas me permito hacer las siguientes reflexiones:
- Sacamos el carro de bomberos para recibir la selección Colombia que estuvo en Rusia, claro está que no ganó nada, es más, perdimos un puesto con relación al que habíamos ganado en Brasil 2014. Estos son más escándalos que deporte, ahora los buscan en la Fiscalía y en todos los juzgados laborales, o pregúntenle a Nestor Pekerman.
- Nos vendieron la ilusión que este era el año de Nairo Quintana y mala suerte, solo una etapa, ahora dicen que no, que el deportista fue mal dirigido por el dueño del equipo que tenía otros intereses.
- Pero que si no era Nairo era Urán, que estaba más preparado que huevos al gusto, pero tampoco, se cayó, las piernas no le dieron, al final solo logro un pódium en la vuelta a España.
- Entonces tocó por descarte buscar en otras disciplinas deportivas, que bien podrían ser el patinaje, pero este no puede ser porque de lejos ganó más medallas en todas las competencias en las que participó, por lo que arrasaría con los premios; pasamos al boxeo y allí está el semipesado Eleider Álvarez, a quien una sola pelea no le puede dar el título de Deportista del Año; pero y ¿las pesas? Han bajado de calidad nuestros pesistas, hay que invertirles más en competencias internacionales.
La única deportista que se destacó en competencias grandes fue una morena de sonrisa agradable que se hizo en la isla del “encanto” y a lo mejor por eso silenciosamente sin tantas pataletas surgió como las grandes figuras para quedarse catapultada e inscribir su nombre en todos los trofeos que repartan de aquí al 2030, porque si esta mujer tuviera 10 años menos se reiría de todos, pero el deporte no nos da esa dicha. Caterine Ibargüen en mi concepto es la ganadora desde octubre para que en diciembre la coronen. Una mujer Deportista 2018.