La inédita final de la Copa Libertadores entre los archienemigos Boca Juniors y River Plate se disputará finalmente este domingo tras ser suspendida en la jornada anterior por severos incidentes, aunque el histórico clásico mundial quedó empañado por la violencia.
El ataque de algunos hinchas 'millonarios' con piedras y palos al autobús del plantel de Boca al acercarse al estadio Monumental de River dejó a dos jugadores xeneizes con heridas y a otros afectados por gases que lanzó la policía para dispersar a los agresores.
El mediocampista y capitán de Boca, Pablo Pérez, y el también volante Gonzalo Lamardo fueron los más afectados por las esquirlas de los vidrios rotos, al sufrir lesiones en los ojos que obligaron su trasladado a un hospital cercano del estadio.
Luego del 2-2 en la Bombonera hace dos semanas, en la ida de la inédita final, la expectativa para la revancha en el Monumental había superado todos los límites de la pasión, opacando incluso la cumbre del G-20, que sesionará en Buenos Aires los próximos viernes y sábado con los líderes de las principales potencias.
Pero la violencia de barrabravas atentó nuevamente contra el fútbol, otro capítulo en el largo historial de violencia en el balompié argentino.
"Un día triste para el fútbol sudamericano. CONMEBOL se solidariza con los jugadores, sus familias y todos los afectados. Lo que debió ser un encuentro deportivo para vivir, disfrutar y compartir lo mejor del fútbol sudamericano se convirtió en una vergüenza", lamentó el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, en su cuenta de Twitter.
"CONMEBOL exige a las autoridades competentes acción inmediata y ofrece toda su colaboración para identificar, capturar y judicializar a los responsables. Estos hechos no pueden quedar impunes. A los responsables debe caerles todo el peso de la ley y el rechazo de la sociedad", agregó.
Tras varias horas de tensión y confusión, y con ambos equipos encerrados en sus respectivos camerinos, la Conmebol tomó la decisión de postergar el partido para el domingo, luego de intentar jugarlo el mismo sábado corriendo en dos oportunidades la hora de inicio, originalmente prevista a las 17H00 locales (20H00 GMT).
La alcaldía de Buenos Aires, que tras los incidentes y el anuncio de la Conmebol de postergar el partido clausuró el Monumental por exceso de público, decidió este domingo levantar la medida argumentando que "todos los elementos de seguridad están presentes".
Según la Agencia Gubernamental de Control de Buenos Aires, el escenario quedó habilitado luego de una inspección en la madrugada del domingo y tras el pago de una multa que hizo River por un monto no especificado.
Pacto de caballeros
Domínguez aseguró que sus homólogos de River, Rodolfo D'Onofrio, y de Boca, Daniel Angelici, acordaron "un pacto de caballeros" para suspender el partido y disputarlo el domingo a las 20H00 GMT.
"No estamos en situación de jugar, nos están obligando a jugar el partido", lamentó minutos antes del anuncio de la Conmebol el ídolo 'xeneize', Carlos Tevez, uno de los más afectados por la inhalación de los gases según las imágenes de televisión.
El exdelantero de la Juventus salió del vestuario boquense en compañía del volante Fernando Gago, otro de los referentes del plantel, para dialogar con la prensa que aguardaba en uno de los pasillos contiguos.
Tras el anuncio de la postergación del partido para el domingo, varios incidentes de hinchas de River con la policía se registraron en las afueras del Monumental, mientras quienes se encontraban en el estadio fueron abandonado el recinto sin ocasionar desmanes.
Violencia sin fin
"Los partidos lo ganamos o lo perdemos en la cancha. Pero con varios jugadores que terminaron lesionados, con otros a los que les hacía falta el aire, las condiciones no estaban dadas para jugar por esta agresión", indicó Angelici, el presidente boquense.
"Me preocupa mucho que nuestros espectáculos se empañen por inadaptados que hay en todos los equipos, y tengamos que lamentar y pasar por estos hechos lamentables que no pueden suceder en el fútbol", dijo, a su turno, D'Onofrio, el presidente 'millonario'.
"No era lógico jugar así, nuestra solidaridad y preocupación era con Boca y con los jugadores, porque se veían que estaban afectados por este hecho lamentable", agregó.
Boca ha hecho de esta Copa una obsesión, pues persigue el séptimo título para igualar al también argentino Independiente como los máximos ganadores de la Libertadores, mientras que River, que ganó la última hace tres años, busca su cuarta corona.
River y Boca son los clubes más populares del país y representan juntos a un 70% de los hinchas, en un país con 44 millones de habitantes donde el fútbol es una obsesión sin distingo de sexo o edades.
Debido a la escalada de violencia en los últimos años, las autoridades decidieron en 2013 prohibir la presencia de simpatizantes visitantes, como ocurrió este sábado en el estadio de River, aunque los incidentes no se han detenido, incluso con víctimas fatales.