
EL AHORRO bruto nacional del sector privado, una de las fuentes más importantes para el crecimiento de la economía, cayó desde el 8,3% de 2022 a 4,4% en el 2024, lo que refleja uno de los factores de la disminución de la inversión.
De acuerdo con un informe del Bancolombia, en el país, la recuperación económica pospandemia que estuvo basada en mayor consumo, frenó a la economía colombiana de otra importante fuente de financiamiento: el ahorro.
“El ahorro bruto nacional ha venido en una tendencia de clara reducción desde el choque de la pandemia, lo que limita la disponibilidad de recursos en el sistema para ser destinados a inversión (recordando que para una economía cerrada el ahorro = inversión). Además de una reducción del ahorro, desde la pandemia el Gobierno ha venido demandando una mayor cantidad de recursos financieros, pues el desbalance entre sus ingresos y gastos se profundizó notablemente”, sostienen los investigadores.
Recursos
Indica el informe que “al descomponer el ahorro bruto anual entre lo que busca atender el déficit fiscal y lo que queda disponible, se evidencia una significativa estrechez de recursos para el sector privado. El remanente de recursos de 2024, por ejemplo, fue solo una tercera parte respecto a lo que estaba disponible en el periodo prepandemia. Las empresas y los hogares, que solo tienen capacidad de financiamiento en el mercado local deben competir por esos recursos decrecientes”.
Considera el análisis, que el “crowding-out” o efecto de “desplazamiento” es un fenómeno económico en el que el aumento del endeudamiento público conduce a altas tasas de interés, así limitando la inversión del sector privado.
“Una situación en la que “sale el tiro por la culata”: la buena intención de aumentar el gasto público para atender las necesidades insatisfechas de la sociedad (vía subsidios, transferencias e incluso inversión) termina por desincentivar al sector privado y la inversión en el agregado se contrae”, asegura el informe.
La literatura señala que este efecto es particularmente agudo en las economías emergentes, ya que tienden a tener mercados financieros menos desarrollados, cuentan con instrumentos de financiamiento más limitados y el endeudamiento del sector público compite directamente con el crédito del sector privado.
La información más reciente de PIB para el año completo en Colombia muestra una economía que ha virado hacia la reactivación (con expansión en 2024 de 1,7% real), aunque el componente de inversión permanece estancado en niveles históricamente bajos.
Sectores
A pesar de la recuperación que registró la inversión con una tasa de crecimiento anual de 3% en 2024, esta resulta insuficiente para compensar la caída del 13% que sufrió el año anterior. La inversión ha estado jalonada por el dinamismo de la infraestructura (otras edificaciones crecieron 9,4% y recursos biológicos 8,2%), mientras que la inversión en vivienda aún se encuentra en terreno negativo (-3%).
Mientras Colombia registraba en promedio una tasa de inversión del 22% del PIB para el periodo pre-pandemia (2015-2019), en años más recientes (2023-2024) ésta desciende hacia el 15%, al tiempo que los niveles de deuda pública permanecen en niveles elevados cercanos al 56% del PIB (movimientos señalados en color naranja).
Mucho se ha escrito sobre los factores que ayudan a explicar este pobre desempeño (condiciones financieras desafiantes, incertidumbre global, falta de confianza). Pero conforme han mejorado algunos de estos aspectos, se evidencia otro factor estructural que ha impedido que la inversión regrese a niveles de prepandemia, como sí lo han hecho otros componentes del PIB (como el consumo privado).
Aunque la expectativa para el 2025 es que el contexto macroeconómico sea cada vez más constructivo: con inflación a la baja, tasas de interés cayendo (aunque a un menor ritmo) y recuperación de la demanda interna; el deterioro fiscal parece permanente. El balance del 2024 dejó un nivel de deuda pública nuevamente por encima del 60% (borrando cualquier progreso observado en 2023) y limita hacia adelante la necesaria recuperación de la inversión privada. Por su parte, la inversión pública sufre de primera mano el necesario tijeretazo al presupuesto.