Los brasileños confirmarán hoy con datos oficiales que 2018 fue un año económicamente decepcionante y se percatarán de que no se vislumbra ningún despegue rápido de la inversión ni del consumo pese al entusiasmo suscitado en los mercados por la victoria electoral de Jair Bolsonaro, señalan analistas.
El instituto oficial de estadísticas IBGE divulgará ese día el PIB del año pasado, que según las últimas evaluaciones creció 1,2%, apenas por encima del 1,1% de 2017, cuando la principal economía latinoamericana emergió de dos años de recesión.
Razones no faltan para ese relativo estancamiento: 2018 estuvo marcado por una huelga de camioneros que a fines de mayo paralizó el país, por la crisis en Argentina (un cliente importante de Brasil) y por las incertidumbres electorales, que se resolvieron cuando el derechista Bolsonaro derrotó en octubre al izquierdista Fernando Haddad, para alivio de los mercados.
Pero incluso el cuarto trimestre, después de ese desenlace, debería mostrar un flaco desempeño, de un incremento de 0,1% del PIB respecto al trimestre anterior, cuando la expansión había sido de 0,8%, de acuerdo con la proyección promedio de economistas consultados por el diario Valor.
Y las expectativas para este año no paran de caer, de 2,64% en diciembre a 2,48% en la última encuesta Focus de proyección de mercados del Banco Central.
Del dicho al hecho
Los inversores apostaron con fuerza por la reforma de las jubilaciones para recortar gastos y en un plan de privatizaciones masivas, prometidos por el ministro de Economía, el liberal Paulo Guedes.
Pero Bolsonaro y Guedes se encontraron con los plazos de las negociaciones en el Congreso, que en el mejor de los casos no aprobará la reforma de las jubilaciones antes de mediados de año, si las crisis y polémicas en las que ya se vio sumido no erosionan su base de apoyo.
El proyecto de reforma de las jubilaciones, que pretende recortar casi 1,2 billones de reales de gastos en 10 años (más de 300.000 millones de dólares), fue bien recibido por los inversores. Pero el despegue de la economía “no es una cuestión de expectativa, sino una cuestión de hechos, que depende de las reformas con un impacto directo, real”, destacó Adriano Gianturco, coordinador de cursos de relaciones internacionales del Instituto Brasileño de Mercado de capitales (Ibmec).
Sin dinamismo
Para André Perfeito, de la consultora Necton, los datos de 2018 mostrarán que “no hay ningún polo dinámico en la economía brasileña”.
“El consumo de las familias no tiende a subir, con una situación aún muy frágil en el mercado laboral (más de 11,5 millones de desempleados) y mucha gente que hasta desistió de buscar trabajo”, explica.
Los gastos del gobierno también deben caer en el marco de la política de recortes impulsada por Guedes.
Y las inversiones en bienes de capital, “la gran esperanza”, se harán esperar, sostiene Perfeito, que prevé para 2019 un crecimiento de 2,1%. “Los empresarios pueden estar entusiasmadísimos con Bolsonaro y Guedes (...), pero con una economía tan débil, el empresario no invierte”, aclara Perfeito, para quien las reformas “pueden tal vez tener un efecto más vigoroso en 2020 y 2021”.
Para el año próximo, las proyecciones del mercado son de una expansión del PIB de 2,74%.