EL PANORAMA económico para este 2024 arrancó con altibajos. Por lo menos así se desprende de lo que ocurrió esta semana en donde se evidenció que, aunque hay un principio de reactivación más fuerte de lo esperado, todavía existen muchos sectores que se mantienen en terreno negativo lo que, además, continúa generando incertidumbre a nivel externo, sobre todo en las firmas calificadoras de riesgo.
Por el lado positivo, sin duda alguna, el resultado revelado esta semana por el DANE sobre el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE), con corte a noviembre, fue una buena noticia.
De acuerdo con el ente estadístico, el comportamiento anual se dio de la siguiente manera: para el undécimo mes de 2023 el ISE, en su serie original, se ubicó en 125,97, lo que representó un crecimiento de 2,25% respecto al mismo mes del año anterior (123,20). De igual manera, en la serie ajustada de este indicador por efecto estacional y calendario, se ubicó en 120,88, lo que representó un crecimiento de 2,34% respecto a noviembre de 2022 (118,12).
Por otro lado, el comportamiento del ISE para el periodo enero-noviembre de 2023, en su serie original, registró un crecimiento de 1,01% respecto al mismo periodo del año anterior.
Frente a estos resultados que sorprendieron, puesto que el ISE de octubre había sido negativo (-0,4%), confirmando la tendencia de desaceleración que se dio en el tercer trimestre de 2023, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) fue de -0.3%, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dijo esta semana que se notaba un repunte productivo más allá de lo esperado para el cierre del año pasado.
“El DANE nos entregó el ISE que, ajustado a noviembre, revela una importante reactivación del sector agropecuario, continuidad del sector minero y de otras actividades productivas”, afirmó el jefe de cartera.
“Esto permite pensar en que el cuarto trimestre (de 2023) va a terminar en un indicador positivo y que el crecimiento económico consolidado de 2023 puede estar alrededor del 1,2% y podemos proyectar un crecimiento de 2024 al 1,8%”, puntualizó el zar de las finanzas.
Síntomas preocupantes
Sin embargo, el pesimismo sobre el rumbo de la economía se mantiene, ya que muchos indicadores de sectores productivos clave continúan en números rojos.
Prueba de ello es que esta semana el DANE informó que el 2023 fue un año difícil para el comercio, ya que las ventas minoristas decrecieron 3,4% y el personal ocupado creció 1,4%, esto en relación con el mismo mes de 2022. Excluyendo la transacción de combustibles, la variación de las ventas reales del sector fue de -3,7%.
Este informe coincide con el reporte, también esta semana, de la Bitácora Económica de Fenalco, según la cual en el 71% de los reportes no se cumplieron los objetivos de ventas. Incluso para el 40% de los empresarios consultados las ventas en 2023 no alcanzaron siquiera el 80% de las establecidas hace un año, un 19% dijo haber cumplido al ras la meta y solo el 10% logró superarla.
“El mal comportamiento del sector en el 2023, unido a las pobres expectativas de crecimiento para este año, deberían convencer al Gobierno de poner en ejecución un plan de choque para evitar una recesión. Se requiere liderazgo y voluntad política para ponerlo en marcha”, anotó el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal.
A este negativo panorama se unieron los resultados de la Encuesta Mensual de Alojamiento (EMA), realizada por el DANE, en la que se evidenció que, para el periodo comprendido entre enero y noviembre 2023, frente al mismo lapso de 2022, la variación año corrido de los ingresos reales fue de -3,4%, la del personal ocupado de 8,5% y los salarios reales de 0,9%.
Otro sector que también tuvo cifras en rojo fue de licencias de construcción, pues de acuerdo al DANE a noviembre pasado se licenciaron 2.398.378 m² para construcción, es decir, 315.154 m² menos que en el mismo mes del año anterior. Una disminución de 11,6%.
Para la entidad, este resultado se explica por la reducción de 15,2% en el área aprobada para vivienda, mientras que hubo un aumento de 5,3% en el área aprobada de los destinos no habitacionales. En el periodo de análisis se aprobaron 1.901.624 m² para vivienda, lo que significó una disminución de 340.312 m² frente al mismo mes de 2022.
La misma situación presentó la producción industrial manufacturera, ya que se contrajo un 6,4%, marcando el noveno mes consecutivo en números rojos, mientras que las ventas minoristas también experimentaron un descenso del 3,4%. Este doble revés económico, a pesar de la paradoja de un aumento del 1,4% en el empleo, plantea interrogantes sobre la dirección futura de dos pilares esenciales para la estabilidad económica del país, cifras que arrojó la Encuesta Mensual Manufacturera con Enfoque Territorial (EMMET) del DANE.
Perspectiva negativa
A esos informes sectoriales del DANE debe sumarse lo informado, el jueves, por la firma calificadora de riesgo S&P Global Ratings, que mantuvo la calificación crediticia de Colombia en BB+, pero cambió la perspectiva de estable a negativa. Lo anterior como resultado de un pronóstico de crecimiento por debajo de lo esperado.
“Esperamos una amplia continuidad en la política fiscal y monetaria dentro de un entorno político estable. Nuestra perspectiva es negativa porque una confianza de los inversores potencialmente débil y persistente, que afecta la inversión del sector privado, puede presentar riesgos para nuestras expectativas de que el crecimiento del PIB vuelva a su tendencia de poco más del 3% en los próximos dos años. El bajo crecimiento económico puede indicar una menor resiliencia económica y, en ausencia de medidas correctivas, podría contribuir a un deslizamiento fiscal o a mayores vulnerabilidades externas”, señaló la firma.
Como se ve, si bien es cierto que la economía pudo haber registrado un leve repunte al cierre de 2023, lo que podría llevar a que el PIB anual pueda ser levemente superior al 1,2%, todavía es muy temprano para hacer pronósticos de lo que pueda pasar en el 2024. Los gremios insisten en que una verdadera reactivación solo se dará a partir de la formulación de un verdadero plan de choque, que debe empezar no solo por un impulso decisivo al sector de la construcción y la infraestructura, sino también por generar un clima de certidumbre económica.
Sin embargo, desde la Casa de Nariño no se ve que se envíe ese tipo de señales, como se evidenció esta semana cuando el presidente Gustavo Petro, en el marco del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), reiteró que Colombia no volverá a firmar contratos nuevos para la exploración minero-energética.
Al mismo tiempo, generó mucho debate una tesis de un estudio macroeconómico del ministerio de Hacienda, según la cual las ganancias del sector empresarial podrían estar teniendo un efecto inflacionario en Colombia. A ello replicaron exministros, expertos, Fedesarrollo y el propio Consejo Gremial, los cuales advirtieron que esa hipótesis no se ajusta a la realidad de nuestro país y, por el contrario, estigmatiza el sector privado, desincentiva la inversión, el clima de negocios y la seguridad jurídica.
Esta polémica se suma a la generada dos semanas atrás frente a la propuesta presidencial de abocar una nueva reforma tributaria que disminuya los impuestos a los empresarios, pero los aumente sobre las personas naturales. Para muchos analistas, este planteamiento, más que buscar el alivio de la carga impositiva al aparato productivo, solo sería un distractor para que el Gobierno pueda buscar más recursos que le ayuden a tapar el hueco fiscal dejado por fallos de la Corte Constitucional al tumbar varios artículos clave de la reforma del 2022.
Como se ve, el crecimiento de la economía colombiana este año sigue en terreno incierto. Los pronósticos no pasan de un 2% como máximo, a menos que la política sectorial del Gobierno tenga un ‘timonazo’ fuerte, el mismo que, por el momento, no asoma en el corto plazo.