Según la edición más reciente del documento del Banco Mundial titulado International Debit Report (Informe sobre la deuda internacional) (i), en 2022, cuando se produjo el mayor aumento de las tasas de interés mundiales en cuatro décadas, los países en desarrollo destinaron una cifra récord de USD 443 500 millones al pago de su deuda externa pública y con garantía pública. El aumento de los costos llevó a que se desviaran recursos escasos y se desatendieran necesidades críticas como la salud, la educación y el medio ambiente.
Los pagos del servicio de la deuda -que incluyen el capital y los intereses- aumentaron un 5 % respecto del año anterior en todos los países en desarrollo. En 2022, los 75 países que pueden recibir financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) -institución del Banco Mundial que brinda apoyo a los países más pobres- pagaron un monto sin precedentes de USD 88 900 millones en concepto de costos del servicio de la deuda. En la última década, los pagos de intereses realizados por estos países se cuadruplicaron hasta alcanzar un máximo histórico de USD 23 600 millones en 2022.
Según el informe, se espera que en 2023 y 2024 los costos generales del servicio de la deuda de los 24 países más pobres aumenten considerablemente en hasta un 39 %.
“Los niveles de deuda sin precedentes y las altas tasas de interés han llevado a que muchos países hoy se encaminen hacia un escenario de crisis en el futuro”, señaló Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial.
“Cada trimestre que las tasas de interés se mantienen altas, más países en desarrollo se ven afectados y se enfrentan a la difícil decisión de elegir entre pagar la deuda pública o invertir en salud pública, educación e infraestructura. La situación justifica la acción rápida y coordinada de los Gobiernos deudores, los acreedores privados y oficiales, y las instituciones financieras multilaterales: mayor transparencia, mejores herramientas para la sostenibilidad de la deuda y mecanismos de reestructuración más ágiles. La alternativa es otra década perdida”.
El aumento de las tasas de interés ha intensificado las vulnerabilidades derivadas de la deuda en todos los países en desarrollo. Tan solo en los últimos tres años, se han producido 18 casos de cesación de pago en 10 países en desarrollo, lo que supera la cifra registrada en las dos décadas anteriores. En la actualidad, alrededor del 60 % de los países de ingreso bajo muestran un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentran en esa situación.
Según el informe, el pago de intereses consume una parte cada vez mayor de las exportaciones de los países de ingreso bajo. Por otra parte, más de un tercio de su deuda externa incluye tasas de interés variables que podrían subir repentinamente. Muchos de estos países enfrentan una carga adicional: el capital, los intereses y las comisiones que acumularon a cambio del privilegio de suspender el servicio de la deuda en el marco de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del Grupo de los Veinte. La apreciación del dólar estadounidense agrava las dificultades y hace que a los países les resulte aún más costoso realizar los pagos. En estas circunstancias, un nuevo aumento de las tasas de interés o una fuerte caída en los ingresos de exportación podrían llevarlos al límite.
A medida que los costos del servicio de la deuda han aumentado, han disminuido las nuevas opciones de financiamiento para los países en desarrollo. En 2022, los nuevos compromisos de préstamos externos con entidades públicas y con garantía pública de estos países se redujeron un 23 % hasta alcanzar los USD 371 000 millones, el nivel más bajo en una década. Los acreedores privados se abstuvieron en gran medida de otorgar crédito a los países en desarrollo y recibieron USD 185 000 millones más en reembolsos de capital que lo que desembolsaron en préstamos.
Esa fue la primera vez desde 2015 que los acreedores privados recibieron más fondos que los que destinaron a los países en desarrollo. Entre 2021 y 2022, los nuevos bonos emitidos por todos los países en desarrollo en los mercados internacionales se redujeron más de la mitad y las emisiones de los países de ingreso bajo cayeron más del 75 %. La nueva emisión de bonos que realizaron los países habilitados para recibir fondos de la AIF se redujo más del 75 % a USD 3100 millones.
En un contexto en que el financiamiento de los acreedores privados se estaba agotando, el Banco Mundial y otros bancos multilaterales de desarrollo intervinieron para ayudar a cerrar la brecha. En 2022, los acreedores multilaterales proporcionaron USD 115 000 millones en nuevo financiamiento de bajo costo para los países en desarrollo, de los cuales casi la mitad provino del Banco Mundial. A través de la AIF, el Banco Mundial proporcionó USD 16 900 millones más en nuevo financiamiento para estos países que lo que recibió en reembolsos de capital, casi tres veces la cifra comparable de hace una década. Asimismo, desembolsó USD 6100 millones en donaciones para estos países, tres veces más que en 2012.