La demanda del crédito en el país ha continuado de capa caída. Ni con las tasas de interés más bajas de la historia y el aumento de la oferta por parte de los establecimientos de crédito, han motivado a los colombianos para adquirir nuevas obligaciones crediticias.
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Mientras la tasas de interés que el Banco de la República le transfiere al sistema financiero llegó al nivel de 1,75%, cayendo casi 3% desde diciembre de 2019, este costo del dinero parece que se ha transferido al mercado normal con lentitud, debido a los costos de intermediación y a los que se debe sumar el nivel de inflación.
Por ejemplo, ayer la Superintendencia Bancaria certificó que el Interés Bancario Corriente efectivo anual para el crédito de consumo y ordinario bajó a 17.46%, lo cual representa una disminución de 38 puntos básicos (-0.38%) en relación con la anterior certificación de 17.84%.
Sin embargo, para los créditos en mora el cobro es de 26.19% efectivo anual en la modalidad de crédito de consumo y ordinario. Sin embargo, para el microcrédito la tasa es alto de 37.72% anual. Sin duda estos niveles en el costo del dinero son todavía altos en Colombia.
De otro lado, los analistas del Banco de la República, Daniela Rodríguez-Novoa, Eduardo Yanquen y Sergio Castillo, del Departamento de Estabilidad Financiera, sostienen en un informe que el mercado continúa reflejando el impacto del contexto macroeconómico ocasionado por la pandemia sobre las condiciones de oferta y demanda del crédito.
Oferta
En relación con esta última, su percepción se mantiene en niveles bajos para todas las carteras, mientras que la oferta se ha recuperado paulatinamente. No obstante, los requisitos para el otorgamiento de crédito siguen siendo exigentes, aunque en las carteras de vivienda y microcrédito se han presentado mejorías. En la medida en la que persistan los efectos de la pandemia se espera un comportamiento similar en la oferta y en la demanda del mercado de crédito.
Por su parte, el presidente de Asobancaria, Santiago Castro, señala que ante la situación del crédito en el país, “se resalta la necesidad de generar una estrategia integral que contemple medidas tanto del sector financiero como del Gobierno Nacional para continuar otorgando alivios a aquellos deudores que lo requieran, garantizando la adecuada gestión de riesgos, y de esta forma, mantener el flujo de crédito a la economía, por ejemplo, a través de garantías y créditos de redescuento, con el fin de mitigar los impactos que la pandemia seguirá generando durante el próximo año”.
A su vez, el Superintendente Financiero, Jorge Castaño, señaló que el principal riesgo que se identifica dentro de la gestión de las entidades es el de crédito, como consecuencia del posible incremento en la morosidad en carteras masivas. Sin embargo, considera que el recaudo de cartera ha venido recuperándose, dando señales alentadoras que mitigan este riesgo en las diferentes entidades. A esto se suma un mayor provisionamiento por parte de las entidades, lo que compensa adecuadamente el deterioro de la cartera.
Cambios
Por su parte, Jorge Sicilia, Economista Jefe del Grupo BBVA, hizo énfasis en que ante los cambios que el entorno financiero enfrenta, los principales retos serán: reducir la posibilidad de entrada en quiebra de las entidades con el objetivo de evitar una crisis financiera que empeore la situación mundial, y enfrentar los problemas de morosidad que vendrán; esto dependerá de cómo se gestionen los incentivos que se establezcan en cada país.
Respecto a las reestructuraciones del crédito que muchos colombianos han preferido para aprovechar la baja de las tasas de interés, la Superintendencia Financiera dio a conocer que, entre el primero de agosto y el 18 de noviembre, 1,65 millones de usuarios se han acogido al Programa de Acompañamiento a Deudores (PAD).
De ese total de clientes, se han redefinido condiciones crediticias por $29,8 billones.
Hay que recordar que este plan hace parte de las iniciativas del Gobierno para dar un respiro a los usuarios que, por cuenta de la pandemia, no han podido cumplir con sus obligaciones, y así mismo evitar posibles riesgos al sistema financiero nacional.
De otro lado, entre el 20 de marzo y el 13 de noviembre, se han llevado a cabo 172,77 millones de operaciones crediticias entre empresas y hogares, solicitudes que dejan $212,23 billones en desembolsos. Entre el 7 y el 13 de noviembre, ese monto representó $8,06 billones.
Sobre los créditos que llegan con respaldo del Fondo Nacional de Garantías (FNG), al 20 de noviembre el Gobierno había sido garante en 394.735 créditos por un monto total de $10,01 billones.
Recuperación
Frente a la recuperación de las operaciones de crédito en el país, la firma Datacrédito Experian sostiene que entre junio y agosto de 2020 hubo un crecimiento del 95% en las solicitudes de las personas naturales, al pasar de $5 billones a $9,8 billones.
Señala la firma que la reactivación del crédito ha sido un fenómeno generalizado a nivel nacional, siendo el Eje Cafetero y Antioquia los protagonistas del 80% de las mismas.
Las operaciones de crédito aumentaron en un 95% de abril a agosto, mostrando de manera general el comportamiento de las personas en pandemia encaminadas hacia una lenta pero constante reactivación de la economía.
El número de operaciones de crédito, que registró su punto más bajo en abril con cerca de 1.009.000, retomó su comportamiento para finales de agosto en donde se registraron en total cerca de 1.602.000 operaciones, aumentando en 4 meses un total de 59 %.
No obstante, este sigue siendo un número menor a la cantidad de operaciones registradas en el 2019 y a febrero de 2020, el de mejor comportamiento previo a la pandemia con cerca de 2.800.000 operaciones, indicó Datacrédito.
“Hay una reactivación considerable del crédito hasta julio con una ligera variación en el mes de agosto, con un incremento muy importante tanto en el número de operaciones como en su valor.”, comenta Santiago Rodríguez Raga, PhD de la Universidad de Los Andes.
Consumo
Es importante destacar que para finales de agosto, la cartera de crédito de consumo aumentó en un 40%, y esta suele ser más activa versus la comercial (que creció un 141%), la de microcrédito (que creció en un 171%) o la hipotecaria (que creció en un 198%).
En esta última, se multiplicaron por tres el número de créditos otorgados para vivienda en un término de cuatro meses. Esto demuestra también cómo las personas hicieron una redistribución en el gasto, y cómo el microcrédito, usualmente destinado a pequeños negocios, también permite entender una nueva reacción frente a la situación del país.
Desde los tipos de producto, los de mayor crecimiento fueron las tarjetas de crédito con un 240%, con una muy buena respuesta del sector financiero; la cartera hipotecaria con el 196% y el microcrédito con el 177%.
Estos altos crecimientos pueden estar relacionados con que fueron precisamente los mismos productos los que presentaron un mayor decrecimiento a partir de marzo, y que con el paso del tiempo lograron aumentar en número.
Asimismo, las mujeres tuvieron un incremento del 16 % en solicitudes de créditos sobre los hombres al cierre del mes de agosto, un nuevo panorama que contrasta con el de inicio de la pandemia, donde las mujeres habían frenado en mayor medida la actividad crediticia.
Ahora, con nuevas dinámicas de reactivación y la apertura de los sectores económicos, son ellas las que generan un volumen mayor de créditos, particularmente dirigidos hacia empréstitos productivos, como microcrédito y sector real.
También los jóvenes mostraron un incremento en la actividad crediticia. Entre abril y agosto el rango de edad en donde hubo un mayor movimiento fue entre los 18 y 28 años, el cual aumentó 87%, contrastando también con el inicio de la pandemia, en donde los jóvenes fueron unos de los sectores más afectados.