A MEDIADOS de marzo, Ecopetrol S.A., una de las principales empresas petroleras de Colombia, anunció cambios significativos en su alta gerencia y designaciones clave en representación legal, un panorama que generó incertidumbre por el futuro de la compañía.
Quizás reforzando dichos temores, el pasado 22 de mayo Moody’s Investor Service, una de las tres empresas de calificación de crédito con mayor impacto e influencia a nivel global redujo la calificación de Ecopetrol de Baa3 a Ba1, y cambió su perspectiva de negativa a estable.
Así las cosas, de acuerdo a un informe presentado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), las obligaciones con una calificación Baa, como la que tenía Ecopetrol antes de la rebaja, están sujetas a un riesgo crediticio moderado y se consideran de grado medio, aunque pueden poseer características especulativas. En contraste, las obligaciones con una calificación Ba tienen elementos especulativos y están sujetas a un riesgo crediticio considerable.
Al hablar de las razones de la baja en la calificación de Ecopetrol, ANIF explicó que, obedece a varios factores críticos relacionados con el endeudamiento y la distribución de los dividendos de la empresa. “La compra de ISA, entre otras inversiones dirigidas a expandir la empresa, han generado un aumento significativo de la deuda. Sin embargo, a pesar de que estas inversiones de capital fueron sustanciales, este proceso ha ocurrido sin el correspondiente incremento proporcional en el EBITDA de la empresa (medida del rendimiento financiero de una empresa que indica sus ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización)”.
Esta discrepancia en el crecimiento de la deuda de Ecopetrol y el EBITDA supone una posible falta de eficiencia en la gestión financiera de Ecopetrol. El crecimiento de la tasa compuesta anual de la deuda fue de 25 % entre 2019 y 2023, mientras que el EBITDA consolidado aumentó tan solo 18 % en el mismo periodo. De esta forma, la rebaja en la calificación crediticia subraya la preocupación sobre la capacidad de la empresa en cubrir sus obligaciones financieras y mantener su estabilidad económica a largo plazo.
Adicionalmente, para la Asociación, la combinación de ingresos decrecientes y un aumento de los gastos y costos totales en los últimos años, agrava aún más la situación, ya que reduce la capacidad de la empresa de generar liquidez y cubrir sus obligaciones financieras. Así lo constata el crecimiento del pago de intereses que añade presiones adicionales a las erogaciones de la compañía con una deuda que continúa en franco crecimiento.
¿Qué dice Ecopetrol?
Frente a la rebaja, Ecopetrol respondió que la cotización de sus bonos ya reflejaba el riesgo de la nueva calificación de Moody’s, debido a las evaluaciones similares de Fitch Ratings (BB+) y S&P Global Ratings (BB+) desde 2021. Además, la empresa no prevé un impacto significativo en el precio de su acción y reafirma su compromiso con la gestión eficiente de recursos, el cumplimiento del plan 2024 y el manejo responsable de su liquidez y deuda, así como el control de costos.
Cabe resaltar que, a pesar del panorama anterior, Moody’s anticipa que Ecopetrol continuará financiando su ambicioso plan de inversiones de capital mediante deuda, incluso en un contexto de altas tasas de interés, lo que continuaría perpetuando el aumento de sus costos financieros, ejerciendo presiones sobre su rentabilidad. Por otro lado, la política de distribución de dividendos de Ecopetrol también ha contribuido a la degradación de su calificación. En los últimos años, como expresó la calificadora, la empresa ha repartido dividendos por encima de lo establecido en su política interna, mientras implementaba una estrategia de inversión de capital ambiciosa para los próximos años. Esta combinación puede debilitar su posición de liquidez o continuar incrementando su endeudamiento, ya que distribuir dividendos en un momento de estrechez financiera impone mayores presiones de gasto.
Ecopetrol se enfrenta a importantes retos en términos de inversión. El aumento del riesgo incrementa el costo del endeudamiento, por lo que los acreedores exigen tasas de interés más altas. Además, en un contexto donde persisten las preocupaciones sobre el desarrollo de nuevos proyectos de exploración y la seguridad jurídica de los derechos adquiridos, el sector de hidrocarburos tiene mucho más de qué ocuparse.