Volver, anhelo cumplido un desplazado por la violencia | El Nuevo Siglo
Norbeiro Borja Sepúlveda, caficultor de Dabeiba, Antioquia.
Cortesía
Domingo, 13 de Noviembre de 2022
Redacción Economía

El desplazamiento forzado por la violencia en Colombia es, sin duda, un flagelo que han tenido que vivir miles de colombianos en diferentes rincones del país. Dejar su tierra, así como su identidad, su cultura, sus cultivos y su vida entera, no ha sido fácil.

Con el tiempo, y luego del Acuerdo de Paz, algunos de estos colombianos golpeados por la guerra regresaron a sus territorios y varios de ellos tuvieron la oportunidad de empezar de cero y volver a labrar la tierra, tal como lo hacían antes de que los obligaran a dejarla.

Una deuda que el país y la vida tiene con esta población. Actualmente muchos de ellos están en diversas regiones del territorio nacional anhelando volver a la suya.

EL NUEVO SIGLO dialogó con Norbeiro Borja Sepúlveda, un antioqueño de 41 años, radicado en el municipio de Dabeiba, quien logró regresar a su municipio a cultivar café.

El migrante

“Fuimos desplazados por la violencia y obligados a salir de nuestro territorio. Nací en una zona rural, en una vereda, pero por cuenta del conflicto tuvimos que migrar a diferentes lugares. Algunos de mis familiares se fueron para Medellín y otros a diferentes municipios cercanos. No pudimos permanecer unidos”.

Cuenta que antes de ser desplazados, su núcleo familiar se componía de sus padres y hermanos, pero cuando retornó a su territorio lo hizo con su esposa y sus hijos.

Norbeiro siempre pensó en volver a Dabeida, el lugar donde “debía estar”, porque allí nació y creció; además, allí estaba toda su identidad, sus recuerdos y gran parte de su vida.

Quienes se van de su tierra, donde quiera que sea, siempre dicen que es difícil dejar las raíces y empezar de cero en otro lugar, pero a este campesino le fue aún más difícil y doloroso pues no lo eligió, sino que tuvo que dejar su vida ahí, quedó en medio de una guerra que no era suya, pero que padeció junto con sus familiares y vecinos.

En medio del sufrimiento que viví, al igual que miles de personas, nos une un mismo propósito: salir adelante con lo que sabemos hacer. En mi pueblo, por ejemplo, así como en corregimientos cercanos, antes de que llegara la violencia, una de las mayores economías siempre fue el cultivo de café”, sostuvo.

“Cuando empezamos a retornar a nuestra región fue muy complejo porque todo estaba abandonado y nada era como antes. Iniciar de nuevo es muy difícil”, añadió.

“A nosotros como campesinos lo que nos apasiona es estar en las zonas rurales, en el campo”.

Proyecto cafetero

“Cuando volvimos estábamos un poco a la deriva y sin respaldo”, dijo Norbeiro, quien contó que fue entonces cuando inició un proyecto con varias familias cafeteras de la región, que actualmente en la Unidad de Víctimas, por cuenta del desplazamiento forzado, tiene registradas más de 15 mil víctimas.

Luego de la firma del Acuerdo de Paz, dice Borja, se hizo un convenio con varios municipios en el que se vincularon personas víctimas de la violencia que quisieran retornar a su territorio. Fue allí cuando “nos asociamos 374 familias víctimas de conflicto armado. Todos empezamos a trabajar en este gran proyecto, que consistió en la construcción de una planta de café”.

Con esta iniciativa se pretendía crear un centro de acopio en “donde estas familias que producíamos café tuviéramos un beneficio colectivo, pero además con el fin de obtener una mejor calidad del grano”.

“Queríamos seguir creciendo y que toda Colombia conociera nuestro producto. De ahí nos unimos a la marca Paissana”. Esta es una marca de comercialización público-privada que tiene como objetivo apoyar la consolidación de la paz en Colombia y que hoy tiene presencia en diferentes almacenes de cadena en el país. “Fuimos de los primeros en hacer parte de esta marca”.

Este caficultor resalta que su producto, como muchos otros, viene de lugares apartados y abandonados, de zonas del país con familias desplazas por el conflicto armado pero que “con resiliencia, decisión y trabajo siempre pensamos en salir adelante”. Hoy en día tienen presencia en varios almacenes del grupo Éxito a nivel nacional, aliados con la marca Paissana, que también comercializa otros productos de diferentes regiones afectados por la violencia.

“Recibimos un porcentaje de las ganancias. Este se usa para mejora de vías del municipio, así como ayudas a otros caficultores e inversión en temas sociales, de igual forma que para el autosostenimiento de la asociación que conformaron estas más de 300 familias en Dabeiba”, afirmó.



Agregó: “Para nosotros es muy importante lo que está pasando con nuestro producto. Detrás de cada grano de café de Dabeiba hay toda una historia: de cómo hemos logrado salir adelante y de cómo hemos avanzado. Lo único que nosotros queremos es generar cada día vínculos de amistad que permitan construir un país mejor”.

Además “es importante que las nuevas generaciones tengan como misión hacer las cosas bien para poder salir adelante”.

Por eso Norbeiro resalta el apoyo desde la empresa pública y privada en el proceso de comercializar su producto, de hacerlo visible, lo que de alguna manera les dio una nueva oportunidad.

A su vez afirma que “el Gobierno siempre debe dar respaldo a las personas que lo perdieron todo en su momento y que les tocó abandonar su vida. Una cosa es contarlo y otra muy distinta vivirlo, como nos tocó a nosotros”.

De otro lado, este caficultor antioqueño recordó, tal vez porque a los colombianos se les olvida constantemente, que “el papel que juegan los campesinos en el país es fundamental para el buen funcionamiento de la economía... Necesitamos que los entes gubernamentales pongan la mirada en aquellas regiones donde estamos produciendo y tratando de salir adelante. Es importante que llegue la inversión a las comunidades, para que de esta manera podamos sacar nuestros productos fácilmente y a tiempo”.

Paissana

EL NUEVO SIGLO dialogó con Camilo Pinzón, director de inversión privada de Paissana. “Este programa nace de la necesidad de comercializar los productos de familias que tengan su actividad productiva en municipios afectados por la violencia, que formen parte del registro único de víctimas de Colombia, reincorporados, entre otros grupos poblacionales vulnerables; un ejercicio que se hizo en conjunto con el sector privado”.

Además, resaltó la labor de esta marca público-privada, pues “beneficia a alrededor de ocho mil colombianos con 96 referencias de diferentes productos en el mercado, con 34 organizaciones aliadas”, dijo.

“Actualmente tenemos presencia en tiendas del Grupo Éxito y Carulla. También se han hecho ventas en Mercados Campesinos, así como ventas locales. Logramos exportar guanábana hace poco a Estados Unidos, específicamente a Houston. Este es nuestro primer ejercicio para demostrar que sí se puede internacionalizar la oferta de productos de las poblaciones golpeadas por la violencia”, sostuvo Pinzón.