Acuerdo nuclear con Irán | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Abril de 2015

El presidente Obama cumple

Partida diplomática de ajedrez de suspenso

El   mundo está vivamente conmovido por los notables avances en Lausana, entre las grandes potencias e Irán. Los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, China y Rusia, tras diez años de marchas y contramarchas, avances y negociaciones, en ocasiones, en medio de explosivos ataques de misiles y terrorismo en el vecindario, han conseguido desenredar la madeja y acordar los puntos básicos del acuerdo diplomático que le permite a Irán figurar entre los países más avanzados en la tecnología  nuclear con fines pacíficos. Irán, con casi 80 millones de habitantes y una elite científica de primera, durante esos diez años de implacable bloqueo de las potencias sobrevivió y mantuvo inquebrantable la unidad aún en medio de las disensiones y rivalidades entre ayatolas y políticos. Se considera al país como una potencia regional y de influjo decisivo sobre sus vecinos, tanto como para sostener las milicias armadas que han impedido en buena medida la caída del gobierno de Siria, cuando las potencias occidentales han facilitado armas a los alzados contra el régimen. El papel de Irán como agente poderoso en la zona es reconocido por los geopolíticos expertos y su poder tiende a aumentar por cuenta del derrumbe de los países vecinos, aupado por los errores diplomáticos de Occidente, que pensando que descalabrando las viejas dictaduras y dando armas a los movimientos que buscaban derrocar a los dictadores, vendría la nueva primavera que como por encanto traería la democracia. Sucedió lo contrario y de manera paradójica, hoy se considera a Irán, como país garante de futuros acuerdos que les devuelvan la estabilidad a estos países envueltos en llamas o para  intensificar la lucha armada.

El acuerdo ha provocado la inmediata reacción del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien ya antes de las elecciones en Israel, había manifestado su oposición visceral a la política exterior del presidente Barack Obama y su rechazo a los avances de éste con Irán, lo que provocó la salida del recinto del Congreso en Washington de 50 legisladores demócratas. Al tiempo que le facilitó al político israelita ganar adeptos para las reñidas elecciones en las que estaba mal en las encuestas, pero con el audaz viaje e EE.UU. y la afirmación que no aceptará jamás un Estado palestino, consiguió los votos de los indecisos que le dieron la apretada victoria. Sus protestas contra el tratado entre las potencias e Irán, parecen ser más para la galería puesto que no afectan el fondo del asunto. Lo mismo que los diplomáticos más avisados advierten que para Israel, que ya cuenta con la bomba nuclear y un arsenal sofisticado de armas, es un triunfo que Irán no pueda seguir explorando uranio con fines bélicos. Netanyahu, para reafirmar su postura ha exigido, así su país no figure entre los negociadores en Lausana, que Irán reconozca la existencia de Israel, lo que lo coloca en contradicción con su pretensión de no reconocer a Palestina.

El acuerdo, que entrará en vigencia el próximo 30 de junio, mientras rige la consigna de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, establece que el 96% de uranio de Irán será exportado o procesado para fines pacíficos. Lo mismo que se vigila por las potencias la producción y el porcentaje del  enriquecimiento de uranio. Irán permite la vigilancia activa de expertos de manera permanente, incluso en el sofisticado refugio nuclear bajo tierra  que había mantenido hasta hace poco fuera de la curiosidad de los sabuesos de Occidente. Se acepta el limitado enriquecimiento de uranio y bajo estricta vigilancia internacional, con fines científicos. Al cumplirse y verificarse los compromisos se levantarán las sanciones que pesan sobre la economía y la política de Irán. Lo mismo, que  Irán está ganando el reconocimiento de las grandes potencias y el respeto de la sociedad internacional, en momentos en los cuales otras potencias petroleras árabes de la región capitaneadas por Arabia Saudita -en curioso entendimiento diplomático  con Turquía y parcialmente con Israel- movilizan sus tropas para atacar las milicias del Estado Islámico que ensangrientan la zona de extremo a extremo y amenazan la estabilidad de los reyes del crudo.

El presidente  Barack Obama, que no está por recuperar el tiempo perdido escribiendo al salir del poder unas memorias sobre lo que pudo hacer y no hizo, con audacia que sorprende incluso a sus íntimos, avanza en lo que fue su ideal de campaña cuando apenas aspiraba a llegar al gobierno y habló en Israel, prometiendo que intensificaría todos los esfuerzos por alcanzar la paz regional. Eso es lo que a  juicio del presidente Obama se está haciendo y considera que: “Este es un entendimiento histórico que, si se implementa de modo completo, prevendrá que Irán tenga armas nucleares”.