* Millonarios y Santa Fe a ganar
* El costo absurdo de la boletería
Hacía tiempos que Bogotá no veía el espectáculo de tener a sus dos equipos principales en las instancias finales del Torneo Profesional de Fútbol. Hoy se juegan sus cartas hacia la gran estrella y la capital entera está a la expectativa de los resultados. Esto es bueno porque el deporte, especialmente el fútbol, trae regocijo y solaz a la gente, y ya va siendo hora de que Bogotá goce el elíxir de ganar un campeonato.
Otras capitales del mundo suelen tener a varios, o al menos a uno de sus equipos, en los topes de las tablas. Santa Fe no es campeón desde hace más de treinta y cinco años y Millonarios no lo es desde hace mas de veinte. No es un buen dato, pero aún así sus hinchadas se han mantenido fieles. En Argentina, los equipos emblemáticos de Buenos Aires, Boca Juniors y River Plate, sufrieron el caso increíble de que el primero quedó campeón y el segundo descendió a la B, pero no cejó en su empeño de ser uno de los mejores equipos del país. Millonarios y Santa Fe se han mantenido a mitad de tabla, algunas veces acercándose al descenso, mientras equipos de nuevo cuño bogotano, prácticamente sin hinchada, lograban el campeonato. Sería esta la primera ocasión en varias décadas que Santa Fe y Millonarios podrían verse las caras en una final. Y lo mejor, un fútbol producto de sus divisiones inferiores combinado con la veteranía de algunos.
Millonarios ha sufrido una profunda reestructuración administrativa que ha servido de ejemplo para que otros equipos abran sus sociedades y consigan capital de los propios aficionados. Es esta la mejor talanquera para impedir los ingresos del narcotráfico, que tanto daño han hecho al fútbol en general y que tiene a varios equipos buscando fórmulas societarias novedosas con base en la última Ley del Deporte emitida por el Gobierno. Santa Fe puede tomar la misma ruta y salir por igual de nombres non sanctos que han pululado en ambos equipos. Es una noticia de gran envergadura lograr la purificación del fútbol y entender que jamás debe ser un negocio para lavar activos. Ello puede considerarse una traición a una hinchada que lo único que le interesa es el fútbol, mucho mas allá de los turbios negocios que suelen merodear en torno de él.
Si bien Millonarios goza de una administración renovada, es absurdo, también hay que decirlo, que se esté aplicando un aumento en las tarifas de la boletería al estilo del galón de gasolina. Resulta ello un castigo a la hinchada, básicamente popular, que no puede ir a los estadios por esa malhadada idea de exprimir el bolsillo del consumidor. Santa Fe, por su parte, no ha recurrido a los incrementos en esas proporciones. De la misma manera, resultan increíbles los costos administrativos que se sufragan en el precio de una boleta a través de los operadores extra-taquillas.
De otra parte, desde el Mundial Sub-20 está demostrado que no se necesitan estrafalarias rejas para controlar a los aficionados. Hoy los estadios son espacios abiertos que permiten la recreación en orden. Sin embargo, los árbitros deben tener cuidado. Ya se sabe que el reglamento del fútbol produce fallos tan absolutamente absurdos como el del partido de Boyacá Chicó y Junior. Por igual, es necesario tener sumo cuidado con el arbitraje, pues pitazos tan controvertidos como algunos penaltis en la última fecha pudieron haber ocasionado verdaderas zambras. El hecho, en todo caso, es que en algo ha sido neutralizado el tema del pandillaje, que incluso ha llevado a la muerte de integrantes de las barras, y que es una mácula gigantesca del fútbol colombiano.
Esta tarde los bogotanos podrán gozar del fútbol que no han tenido durante decenas de años. Es una jornada recreativa para vivir en paz. Cada hincha podrá hacer fuerza por el equipo de sus preferencias. Ojalá Bogotá tenga la máxima representación posible en la final del rentado colombiano.