Apoteosis cultural | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Abril de 2014

*La herencia española

*XIV Festival Iberoamericano de Teatro

 

 

El  XIV Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, que funda en 1988  Fanny Mikey, con el apoyo de Ramiro Osorio, de valiosos intelectuales, artistas, escritores  y gentes ligadas al medio, se ha convertido en el espectáculo popular en su género más concurrido e importante no solamente de nuestra región sino en lo internacional. Se dan cita en Bogotá personalidades de distintas regiones del globo, que concurren al evento como productores, directores, actores o que asisten entre el público colombiano que colma los teatros. Se calcula que por día unas 20.000 personas estarán viendo las diversas obras. La variedad de las presentaciones garantiza el interés de todos los públicos y la puesta en escena de diversas modalidades de expresión, desde lo clásico, con obras inspiradas en autores de la Grecia antigua, hasta la vanguardia actual de los más audaces, imaginativos  y refinados.

Cuando Fanny Mikey lanzó la idea macro de convocar a un Festival Iberoamericano de teatro en Bogotá, unos pocos la siguieron, en su mayoría los comentaristas consideraron que se trataba de un proyecto que desbordaba las posibilidades locativas e, incluso, hoteleras de la urbe. En particular, los adversarios del proyecto pensaban que no era posible financiarlo, ni atraer en plena violencia contra las mafias y con la subversión amenazando las ciudades, el público selecto que requieren esta clase de eventos. En la misma forma descalificaron a los directores y artistas colombianos, que les parecía no tenían capacidad ni disciplina, para cumplir con un espectáculo de tal naturaleza. No vacilaron en sostener que la incultura de los colombianos determinaba que, muy seguramente, la mayoría de las obras no contarían con audiencia y se quedarían muchas sillas vicias. La  crítica más banal creía que el teatro no podía competir con el cine. Así como se agregaba sin fundamento que no teníamos tradición cultural en materia de teatro, que para eso bastaba con seguir las sesiones del Congreso, parecidas a una parodia. 

La verdad es que Santa Fe de Bogotá, desde los tiempos lejanos en los cuales la Nueva Granada formó parte del Imperio Español en América, se convirtió en un centro cultural en donde las principales expresiones del espíritu de la hispanidad se desarrollan. El arribo de los españoles venía acompañado de un sentido caballeresco, unido a un descomunal esfuerzo  misional y espiritual, como de aventura para el cual la espada era tan importante como la pluma. Las corridas se hicieron populares, se realizaban en  la aldea durante las fiestas y en los barrios de la capital, lo mismo que en otras poblaciones. El teatro popular de herencia española, educaba a las gentes y allí se expresaba la tragedia y el humor, los sentimientos y los conflictos sociales. Puesto que ya en las  Siete Partidas, autorizaban a los religiosos para representar en España las obras antiguas de los griegos y las locales. Costumbre que se extendió al Nuevo Reino de Granada. Se hicieron tan famosos los escritores de obras de teatro en España, que interesantes estudios sostienen que Shakespeare produjo su obra inmortal bajo influjo del teatro español, que por entonces se destacaba en Europa. Rafael Núñez, en sus cuatro presidencias promovió el teatro y se ocupa en su gobierno de construir, entre otros, el Teatro Colón.

Miguel Antonio Caro, cultor del idioma español, sostiene que España en su época de mayor poderío y esplendor, “repite los rasgos de la antigua Roma en sus días de grandeza, vencedores de Atenas en armas, por ésta vencida en letras”. España se crece en la prosa  a tal punto que El Quijote se convierte en obra universal a donde han ido a inspirarse en  sus enseñanzas los escritores de todas las edades. El habla de Castilla que se enriquece en Hispanoamérica, en las obras de teatro cobra  fuerza y majestad, que recuerda que el idioma tuvo su mayor esplendor cuando se extendió por estas latitudes y unifica la región.

Con el Festival se recupera esa rica tradición cultural casi olvidada, con la sorprendente actividad de los colombianos que salen con numerosas  obras, para competir con 25 países. La actual directora del Festival, Ana Martha de Pizarro, se formó al lado de Fanny, con la que solía viajar para ver obras, conocer directores y artistas. Se caracteriza por tener la misma pasión y dedicación al evento internacional, que en sus manos mantiene y acrecienta el prestigio.