Atasco con el ELN | El Nuevo Siglo
Jueves, 15 de Enero de 2015

El proceso de paz, en Colombia, consta tanto de las FARC como del ELN. Cualquiera de las dos fuerzas irregulares que se mantenga al margen supone que la salida política ha quedado con una pata coja. De modo que si bien se ha avanzado con las FARC es mala cosa que no haya ocurrido lo mismo con la otra organización subversiva.

Durante el proceso de paz del presidente Belisario Betancur, el ELN no participó. En el que se adelantó durante la administración de César Gaviria, tras la Asamblea Constituyente, ambas facciones estaban reunidas en la llamada Coordinadora Guerrillera, por lo cual se hablaba con ambos grupos en una sola mesa. El intento se vino al traste por la conducta de los remanentes del EPL, que también participaban, cuando recurrieron al secuestro y muerte del exministro Argelino Durán. El diálogo pudo continuarse, sacando al EPL de la mesa, pero el Gobierno prefirió terminar el experimento. No obstante, FARC y ELN venían avanzando conjuntamente.

Posteriormente, durante la administración de Andrés Pastrana, se abrieron dos procesos diferentes. Como primero se inició con las FARC, el ELN pretendió copiar el mismo modelo de negociación, en referencia a las zonas despejadas militarmente, lo que no se llevó a cabo. La diferencia, entre muchas otras, estribó a su vez en la participación de la sociedad civil: el Comité Temático, en el proceso de las FARC, y la convocatoria a la denominada Convención Nacional, en el que se pretendía abrir con el ELN.

En la actualidad, el proceso de paz con las FARC ha avanzado considerablemente, hasta declararse una tregua unilateral por la agrupación y acordarse tres puntos de la agenda, con salvedades a resolver posteriormente. Con el ELN, por su lado, se lleva más de un año en contactos confidenciales, sin abrirse el proceso. Aparte de crípticas declaraciones tanto del Gobierno como de los “elenos” no se sabe, a ciencia cierta, cuáles son las discrepancias. Se conoce que el ELN, en tantos años de aproximaciones, tiende a darle primacía a la sociedad civil sobre el Gobierno, mientras en las FARC ocurre lo contrario. También se ha sugerido que el ELN haría lo mismo de ETA, en España, es decir, no dejar las armas a un tercero o entregarlas a la contraparte, sino desistir de usarlas. La diferencia consiste en que casi toda ETA se encuentra en la cárcel, incluida gran parte de su cúpula, de manera que allí no hay proceso de paz. En Colombia se pretende otra cosa. Y el ELN debería saberlo bien.