No se sabe qué es más grave, si la advertencia que hiciera la Secretaría de Seguridad de la capital del país en torno a la mala utilización por parte de muchas personas de la línea telefónica de emergencias “123” o el hecho de que todavía persista esta anomalía, pese a que hace muchos años se viene denunciando y no son pocos los correctivos que se anunciaron en su momento para sancionar a quienes no entienden que este canal es solo para asuntos graves y no para realizar preguntas cotidianas ni mucho menos para gastar bromas a los operadores y equipos de socorro.
Resulta impactante que, según lo informó ayer la referida entidad, el domingo pasado, cuando se llevó a cabo la final de la Copa América que terminó perdiendo Colombia ante Argentina, ingresaron 14.697 llamadas a la línea de emergencia y de ese total el 48% fueron bromas o tenían como objetivo averiguar la hora del partido o incluso pedir información del “día cívico” que el Gobierno nacional había decretado desde el viernes, entre otros temas.
Pero esta irregularidad no solo se registró el pasado domingo. Por el contrario, de acuerdo con la Secretaría es una situación permanente. Prueba de ello es que en lo corrido del año la Línea 123 ha recibido más de cuatro millones de llamadas, de las cuales solo el 28% corresponde a emergencias reales que requieren atención inmediata por parte de las entidades del Centro de Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo - C4 Bogotá.
La Secretaría indicó que, en promedio, los operadores gestionan más de 22.000 llamadas diarias, de las cuales el 72% son por temas improcedentes, bromas o consultas de información de servicios y aspectos como el ‘pico y placa’ o sitios turísticos, entre otras materias que, por obvias razones, no corresponden al objetivo primario de este servicio vital.
En ese orden de ideas, es claro que hay dos medidas a aplicar. Por un lado, se requiere aterrizar un mecanismo que permita sancionar de manera efectiva y ejemplarizante a quienes se dedican a llamar al 123 para hacer bromas. Hoy existe la suficiente tecnología para rastrear el origen de las llamadas e identificar a los infractores.
Y, por otra parte, es innegable que se requiere una campaña más eficaz de pedagogía ciudadana para que entienda que esta línea de emergencia solo tiene un fin exclusivo y específico: recibir las denuncias y llamadas de auxilio de los bogotanos. En otras palabras, su misión es salvar vidas. Hay otros teléfonos oficiales dispuestos para suministrar otro tipo de información, pero, lamentablemente, los capitalinos los desconocen. Aquí también hay una falla en la estrategia de comunicación oficial.